- Cecilia ¿Así que por tus tierras había un Messi entre los Olmecas hasta que los cortó Torquemada?
- Ah. tu me hablas del Tachtli o Juego de pelota. Pero se este se jugaba con las caderas y era un poquito sangriento al final.
- Bueno... La Pasión!! que se puede decir de la pasión. Aquí todavía los jugadores dicen: Vamos a dejarlo todo, moriremos con la nuestra... y algunas pataditas voladoras, digamos que a lo largo del tiempo se han suavizado algunas costumbres pero sacando las diferencias obvias de lo sangriento, la pasión hace más de mil años por la pelotita en el fondo era la misma. Meterla adentro de un espacio.
- Sí. Aquí un poco más exacerbada, hasta que los frailes españoles cortaron por lo sano... imagina, todos los Olmecas gritando y cantando en las gradas de piedra de manera brutal... enloquecidos mirando al cielo. Hay mucha documentación sobre esto ya que fueron los mismos frailes quienes nos dejaron los textos que documentan las
investigaciones actuales y nos muestran lo que era este juego.
- Imagino. Si lo hubiesen permitido seguir, quizás hoy por hoy estaríamos jugando con aros de piedra y con las caderas...
- Y aquí que somos bastante pasionales no me querría imaginar.
Se conservan varios de estos campos santuarios de juego de pelota: En
Teotihuacan, cerca de la Ciudad de México, en Cacaxtla, en el Estado de
Morelos, en Monte Alban, en Oaxaca. Desde chicos estas visitas son
paseos casi obligatorios en la escuela. Mejor te cuento...
El fútbol es así, solemos decir y encogemos los
hombros, arrugamos la boca y mostramos las palmas de las manos. Así, como si
habláramos de física cuántica o de complicadas ecuaciones de teoría de colas.
Tal y como se muestra un inocente que quiere discutir los grandes silogismos. Pero
una cosa hay que reconocerle a esta expresión tan indulgente: tiene la
franqueza de reconocer la imposibilidad de explicar la pasión que este deporte
desata a nivel mundial.
Es cierto que hoy en día el fútbol
se ha convertido en un costosísimo espectáculo de masas que tiene más que ver
con súper estrellas que con deportistas. Se subraya la importancia de las
camisetas con el logotipo del equipo favorito, de los estadios ultra modernos y
de las barras que apoyan con sus banderas a los jugadores. La afición ruge y
parece tener muy claros los intereses y preferencias que despiertan su pasión,
no importa que en una misma ciudad existan clubes rivales, seguramente cada
familia tendrá un fanático que entregue su preferencia a cada equipo aunque eso
los transforme en los Capuletos y Montescos de la actualidad.
El ritual de ver un partido traspasa las
fronteras, no importa si hablamos de la Liga Española, de la Premier Ligue, del Calcio, de
la Champions League, de la Copa Confederaciones o de la repetición de un partido de
segunda división, la pasión aflora.
En México, el juego de pelota tiene
raíces milenarias. Es más, en toda Mesoamérica, el juego de pelota fue una
práctica común de los pueblos prehispánicos, las más de 1200 canchas
encontradas en la zona, dan cuenta de la importancia ritual y religiosa del
juego. Tal vez, ahí podamos comenzar a entender esta pasión. Evidentemente, las
reglas de este juego, cuyo nombre en náhuatl es tachtli, eran diferentes a las
que se juegan en los modernos estadios de hoy. Se jugaba con la cadera y, de
acuerdo a los cronistas y a los códices, se practicaba en canchas que en lugar
de porterías tenían anillos. Las canchas más antiguas se remontan a la época de
los Olmecas, éstas fueron de forma simple, con muros de tierra. Era jugado con
una pelota grande y sólida de caucho, en un patio construido especialmente, para
la acción entre dos equipos opuestos. En este juego se disputaba la vida y la
muerte. Las canchas prehispánicas eran prácticamente un templo y el juego mismo
era una ceremonia. ¿Nos suena familiar?
El juego estaba lleno de solemnidades y símbolos relacionados con las estrellas, con la fertilidad de la tierra y con la suerte de los guerreros. Se trataba de una fiesta sagrada conectada con el movimiento de los astros en el cielo, vinculada con la continuación de la vida en la tierra. Era un lazo entre los dioses y el hombre.
Ahora los símbolos son otros pero las estrellas las bordamos cuando ganamos un campeonato arriba del escudo de nuestro equipo favorito, nos preocupa el estado del campo y la suerte de nuestros guerreros. Fundamental que el campo se riegue antes de juego así la pelota corre.
Sigue siendo un ritual sagrado, inventamos himnos y canciones, llevamos nuestras banderas y miramos al cielo para que nuestro equipo no descienda y si todo va mal... la continuación de la vida del entrenador pagará todas las pérdidas.
El mismo lazo entre los dioses y el hombre.

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