La palmadita
de Marcos Moreno Teruel
Hoy han hospitalizado a un directivo de mi club. Su estado es grave. No es quien se fijó en mí cuando era un chaval, pero sí una pieza importante en la maquinaria de la entidad.
Me presentaré. Soy ese tipo de defensa que empieza desde el banquillo todas las temporadas, que se gana su puesto con sudor en los entrenamientos y con buenos resultados en los cuatro ratos que disputa. ¿Sin alzar la voz? No me confundáis con los que no alzan la voz, nunca entendí que lo de no alzar la voz fuese una virtud. Pero tampoco he faltado el respeto a nadie. Más bien soy de esos que, cuando están más en forma y le han quitado el puesto a los favoritos del míster, tienen una sanción o una lesión que les obliga a desescalar.
Algunos viejos compañeros dicen que tengo fama de lento, aunque nunca me lo han explicado a mí directamente. Mi club se ha aprovechado de mi poco cartel y las pocas ofertas que he recibido; cobro tan poco que a veces me pregunto si no habré estado cerca de pagar por estar en el equipo.
Un domingo de verano jugábamos un partido decisivo. Es sabido que los partidos más inolvidables se disputan cuando ha llegado el calor. Al menos en mi liga. Ese día subí a rematar un saque de esquina y mi gol dio la permanencia al equipo. Fotos épicas, piñas cerradas, jugadores a hombros de aficionados, invasión de campo, lágrimas para destensar... Fue la sensación más intensa que he tenido en mi vida. Y me podéis llamar animal, si queréis, pero siento que desde entonces logré más respeto de mi novia y de mi afición. Mi novia ya me respetaba, pero desde entonces me admiró. Tampoco nos engañemos porque, aunque quede mal decirlo, todos jugábamos mejor en el parque cuando venían a vernos las chicas. La exhibición con una pelota delante de las chicas es una forma moderna de hacer el animal. Son esos instintos que queremos erradicar a base de razón y lógica, de haber aprendido corrección política.
Estuve un año jugando a gran nivel, mi autoestima me catapultaba cada vez que debía llegar a un corte, saltar a despejar, meter el hombro para hacer una carga o aguantar la pelota hasta ver a mi ayuda por el rabillo del ojo. La dirección que tomaba la pelota era la que yo quería darle, el efecto me salía preciso y el míster había dejado de darme palmadas en la espalda como si fuera un crío.
El mes pasado fichamos a un jugador de ese equipo al que vencimos con mi gol. Es un tipo prudente cuando habla de fútbol pero le encanta alardear de su estilo y su manera de vestir.
− Joder Carlos, vaya reloj, yo no lo dejaría en el vestuario durante el entreno. Esto no es el Chelsea.
− ¿Te gusta? Te lo debo a ti, crack.
− ¿A mí?
− Sí, bueno, a vosotros. Hombre, no es que nos fuéramos de vacaciones después de vuestra salvación, pero algún detalle sí que tuvieron. Iba detrás de este desde la primera vez que pasé por el escaparate.
Mi silencio le obligó a continuar hablando:
− Ya podríais haber metido antes ¿eh? Vaya sufrimiento.Yo pensaba: “estos tíos al final nos empatan”.
Ahora mis piernas están agarrotadas. Llego tarde a todos los balones divididos. El mismo cuerpo que me impulsaba al aire con ligereza es el que ahora me pesa sobre las rodillas. Rompo todos los fueras de juego y el míster ya me ha mandado al banquillo tres veces, dándome una palmada en la espalda cada vez que paso por su lado. Creo que el próximo partido lo veré desde el banco. Si decido presentarme a la convocatoria. De repente siento que he timado a Alba. Sé que me quiere y que me querría igual si ella supiera todo sobre aquel día, pero también creo que no me hubiera ganado su admiración del mismo modo. No he cumplido los 24 y siento que estoy acabado. No sé si me gusta lo que hago. Siento que mi carrera habría terminado aquí aunque siguiera jugando durante años. Ha tenido que ocurrir esto para que me dé cuenta de que la gente ni siquiera ha mencionado alguna vez lo bien que defiendo cuando hago un gran partido atrás. Me querían por una labor que le corresponde a los delanteros, no a mí. Nadie valoró los días que salvé el culo a mis compañeros. Ayer se lo conté a Alba. Me dio una palmada en la espalda.
¿El Barça con doble pivote? Sí, ¿porqué no?
La variante Song
Por Rodolfo Chisleanschi (La voz del Rioba)
“Dejar la portería a cero es una de las cosas que tenemos que mejorar”, dejó caer ayer Jordi Roura en la sala de prensa de Granada tras la enésima victoria del Barcelona y el gol número 27 recibido por Víctor Valdés en Liga, los mismos que lleva en su contra el Osasuna, por poner un ejemplo.
El dato pasa un poco desapercibido gracias a los números estratosféricos de la delantera blaugrana en general, y de Lionel Messi en particular, pero es lógico que preocupe al cuerpo técnico del cómodo líder del torneo español. Sobre todo porque en las próximas tres semanas esperan al Barça compromisos que se miden por la delicada vara de un gol, y no por el recorrido de una larga temporada.
El doble enfrentamiento en Champions ante el Milan y la revancha de la semifinal de Copa del Rey contra el Real Madrid obligarán a corregir los indudables problemas defensivos que tiene la versión 12-13 del equipo que dejó Pep Guardiola y dirige el tándem Vilanova/Roura.
Y en este sentido cabe preguntarse si se habrán planteado alguna alternativa en un intento por disimular desde lo táctico las falencias que puntualmente pueden ocurrir desde lo individual. Porque está claro que ni Dani Alves, aunque su rendimiento está en alza, ni Javier Mascherano, ni Carles Puyol, a quien las lesiones impiden alcanzar un ritmo sostenido de competición, pasan por sus mejores días.
¿Qué hacer entonces para ir al Giusseppe Meazza o defender el 1-1 de Copa obtenido en el Bernabéu sin exponerse más de la cuenta a goles que pueden dejar fuera de combate al máximo favorito en ambas competiciones? La respuesta al interrogante podría tener dos fases. La primera pasa por una decisión filosófica que deben tomar sus regidores: hasta dónde este Barcelona representante de la estética y el purismo es capaz de sacrificar un mínimo porcentaje de su estilo para proteger algo más sus espaldas. Solo si la respuesta concede una posibilidad en ese sentido será posible pasar a la segunda parte.
Y esta se resume en un nombre: Alexandre Song. Hasta hoy, y desde su llegada, el camerunés ha contado relativamente poco, más aun si se mira el coste de su fichaje (19 millones de euros). Puede entenderse como normal, dado el período de adaptación que se necesita para rendir con garantías en un equipo con un juego tan peculiar como el del Barça, y en un puesto vital y de máxima exigencia como el de medio centro. Le pasó a Mascherano, que contaba con el idioma a su favor, hasta que Guardiola le encontró acomodo en el fondo de la defensa.
Pero con más de media temporada transcurrida, y sobre todo después de ver su actuación de la semana pasada frente al Getafe, quizás haya llegado el momento de mirar a Song y contemplar la posibilidad de incorporarlo al centro del campo junto a Sergi Busquets. ¡¿El Barça con un doble pivote?! Sí, ¿por qué no? Cualquier equipo, incluso el catalogado como el mejor de la Historia, tiene la obligación de cambiar, de evolucionar y adaptarse de la manera que crea conveniente a los momentos y circunstancias que vive durante la competición.
En definitiva, un centro del campo con Iniesta, Song, Busquets y Cesc (o Xavi, si se recupera a tiempo) no difiere demasiado al que forman estos mismos hombres con Xabi Alonso en lugar del camerunés en la Selección de España, y tras la última Eurocopa ya nadie se rasga las vestiduras al respecto. Más aun, una alineación con los cinco nombrados y Messi imitaría fielmente a lo que hace Vicente Del Bosque cuando decide jugar sin un delantero centro nato. No lo hará el Barça, que siempre apostará por mantener a Pedro o Alexis para abrir el campo, pero vale la aclaración.
Con el aporte de Song, el Barça ganaría un efectivo a la hora de cortar las contras rivales, un hombre corpulento para la lucha de balones aéreos y con sentido táctico para cubrir las espaldas de Alves o Jordi Alba, o incrustarse en el ábusquets-scoring-1-0-barcelona-against-chelsea-2012-el-pais-pierre-marcourea de Valdés cuando los centrales deban acudir a tapar vías de agua en las bandas. ¿Y qué perdería? Muy poco en el control del juego, porque el adelantamiento de Busquets sería suficiente para mantenerlo, y tampoco mucho en la llegada, ya que en lugar de Cesc o Xavi sería el espigado Sergi quien pisaría la zona de riesgo rival con más frecuencia.
La diferencia más notable de la presencia de un doble pivote sería, tal vez, la pérdida de un juador más adelantado para el inicio de la presión defensiva en campo rival, algo que la actual versión del Barça en realidad solo realiza como respuesta inmediata a una pérdida de balón en ataque. Cabe preguntarse, en todo caso, si esa presión adelantada es lo que más conviene en un partido de ida en Milan, o en una revancha con resultado a favor frente al Real Madrid.
Si no es así, quizás la variante Song debería ser tenida en cuenta. Vilanova/Roures tienen la palabra.
Publicado por
ELEVEN FOOT
en
12:44
0
comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
Alex Song,
Carles Puyol,
FC Barcelona,
Javier Mascherano,
Jordi Roura,
La voz del rioba,
Messi,
Opinión,
Rodolfo Chisleanschi,
Tito Vilanova,
Valdez
Entrevista a Julio Maldonado, Maldini
“EL HINCHA, LA GENTE EN GENERAL, NO SABE DE FÚTBOL”
• Una charla con Rodolfo Chisleanschi para La Voz del Rioba sobre la pasión y el amor por el juego más popular del planeta
• Estilos, jugadores, entrenadores; el negocio, la cultura y el papel del periodismo
Esta no será una entrevista al uso, sino más bien una charla, reposada y franca. Porque además de compañero de profesión, Julio Maldonado, Maldini, es amigo, y con él compartimos –o disentimos- sobre puntos de vista y análisis de un juego que a ambos nos atrapa. Desde ese conocimiento mutuo surgió esta conversación bien futbolera, que toca varios palos: el juego, la pasión, el negocio, el periodismo…
–Te conozco desde hace años, y hay algo que siempre me ha llamado la atención: tu capacidad para mantenerte al margen de la pasión del fútbol, alejado de las cuestiones partidistas, de clubes y camisetas, ¿es realmente así?
–Sí, y mucha gente no me cree. Yo juro que me apasiona el fútbol, pero ningún equipo en particular, y aunque lo pretenda, no soy capaz de emocionarme durante un partido con la victoria de uno u otro. Me puede emocionar porque me gusta como juega o porque lo merece, pero no por sus colores.
–Pero todos fuimos hinchas de un club alguna vez…
–De pequeñito iba a ver más al Madrid, pero tal vez me pase como a los ginecólogos, que de tanto ver mujeres las miran con otra óptica. En mi caso, de tanto ver partidos, disfruto muchísimo del fútbol, pero fuera de la locura por un club; cosa que por otra parte ocurre cada vez con más frecuencia en el periodismo español y que considero un error. Profesionalmente me interesa que ganen los equipos y la Selección española, pero desde el punto de vista futbolístico si hay un equipo que juega mejor o que me apetece ver y elimina a un equipo español, no me supone ningún problema.
–No negarás que es raro, porque el acercamiento al fútbol es prácticamente siempre muy pasional y siempre a través del amor a los colores de una camiseta, ¿el tuyo desde dónde llega?
–Desde la obsesión por conocer el juego en profundidad. Tiene mucho que ver con que a mí siempre me gustó centrarme en el fútbol de fuera, no en el de aquí. Estamos hablando de hace muchos años, cuando ver un partido de la Liga inglesa era prácticamente imposible. Ya entonces me interesaba un aspecto del fútbol que no le interesaba casi a nadie. Eso ha hecho que no me metiera en la pasión popular del común de la gente. Y por otro lado, yo tengo una mirada digamos que más ‘científica’ que un hincha normal, me gusta analizar los partidos por dentro, y eso me hace ser más un cirujano que un hincha.
–Digamos que es una pasión por el juego en sí mismo.
–Exacto. Si para que en una final de Copa de Europa se enfrenten dos estilos muy diferentes es necesario que eliminen en semifinales a un equipo español, no me importa para nada, porque eso me va a permitir ver el partido que me apetece.
–¿El fútbol da para hacer una disección tan minuciosa?
–Yo creo que sí. Tiene tantas formas distintas de jugarlo, hay futbolistas tan diferentes… Muchas veces disfruto de un partido solo por ver el marcaje individual de un jugador a otro; o me encanta descubrir la aparición de un futbolista.
El otro día estuve viendo un partido del Sudamericano Sub-17 del 2001 porque ahí jugaba Falcao, pero lo hacía bastante retrasado por izquierda. A mí esas cosas me fascinan, porque me permite saber cómo han ido evolucionando los jugadores, cambiando su posición, aprovechando sus características; cómo algunos se han hecho vagos y se han acomodado a posiciones en las que trabajan menos…
–¿Y cuántas imágenes, cuántas horas de dedicación al día son necesarias para ser un cirujano?
–No tantas como parece. Hay que saber elegir los partidos. Ten en cuenta que el 90% lo veo grabado; en directo, solo los que hago en la tele o en la radio. Entonces, no dedico dos horas a un partido, sino como mucho una, porque voy pasando rápido tramos que no me interesan, voy viendo un rato del primer tiempo y otro del segundo… Si sabes lo que ha sucedido vas buscando lo que quieres.
–Cuando te conocí, allá por los 90, te veía como un experto en jugadores, ahora ya no. ¿Notas que has evolucionado en este aspecto?
–Sí, es lógico, por el trabajo y por la edad. Puede ser que cuando era más pequeño conociera más jugadores que ahora; porque ahora me dedico a analizar el partido en sí. Creo que me he reciclado en ese sentido y me ha venido muy bien.
–¿En qué medida te ha ayudado o influenciado la evolución que ha tenido el fútbol español en los últimos 20 años?
–Más que nada, me ha ayudado la evolución de la Selección, sobre todo a entender el fútbol que a mí me gusta. Porque si bien no soy de ningún equipo, sí soy de un tipo de juego. Admiro todos, acepto todos, creo que todos son útiles, pero me gusta mucho más el fútbol de toque, el fútbol del Barcelona. Me dirán, ¿y a quién no le gusta este Barcelona, que ha sido la máxima expresión de fútbol de la Historia, con y sin balón? Bueno, yo disfruto con ese estilo, que es el que le ha hecho ganar todo a la Selección, incluso aunque no sea tan bien jugado.
–Siempre hay gente que lo discute…
–Sí, y que dice que el toque es aburrido. No sé, como todo en la vida, el fútbol hay que medirlo a largo plazo. Y un equipo que domina un partido puede perderlo, o perder dos, porque es un juego muy caprichoso: Suiza le ganó a España en Sudáfrica 2010. Pero a la larga, los equipos que tienen más el balón, que dominan, ganan más. Y el que no hace eso es porque no puede, no porque no quiere. El que afirma que prefiere dejarle el balón al contrario y salir a la contra es porque sabe que su equipo no puede tenerlo, y lo adapta a lo mejor que pueda hacer, a las virtudes que posea, pero no es una filosofía en sí misma. El ideal del fútbol es tener la pelota.
–Hagamos “futurismo futbolístico”, ¿tiene todavía capacidad de evolución el juego?
–En cuanto al reglamento, no. Y tampoco le veo un gran margen de mejora en el juego. Hay algunas clases de futbolistas que se están perdiendo: medios centros creativos tipo Redondo, por ejemplo. También los extremos y los mediapuntas, los “enganches”. Son tres figuras fundamentales para jugar bien al fútbol y se están perdiendo. Los tres centrales se están cargando a los extremos y ese es un problema muy serio para el fútbol.
–Y tácticamente hablando, ¿habrá vida después del Barça de estos años?
–Mmm… Inmejorable es una palabra muy dura y la perfección no existe, pero creo que si alguien ha alcanzado esa perfección es este Barça, y para mí es inmejorable. Yo no he visto nada igual, con el balón y a la hora de recuperarlo, porque sus altísimos porcentajes de posesión se deben fundamentalmente a que es capaz de recuperar el balón cerca del área rival. Para mí es insuperable, porque además ha tenido una serie de jugadores, auténticos cracks, que han llegado en el momento justo.
–Y tiene a Messi…
–Aunque no lo creas, he hablado con algunos entrenadores que aseguran que Messi perjudica al Barcelona. No estoy de acuerdo, pero entiendo lo que dicen. Ellos sostienen que para que Messi meta 40 goles, el equipo deja de meter 50, porque le da todo el mando a Messi y juega sin delantero centro. Para mí, cuando tienes un jugador así debes adaptarte a él. Porque la mejor versión del Barça es esta de Messi y no hay discusión.
–¿Y le has preguntado a esos entrenadores qué hubieran hecho si hubiesen tenido a Messi en sus equipos? ¿Lo hubieran echado para quedarse con Ibrahimovic?
–No, aunque estoy seguro que al final estarían de acuerdo con nosotros.
–Pero al menos en Madrid hay una parte importante de la prensa deportiva a la que le cuesta mucho aceptar ese predominio del Barça.
–Es un tema puramente comercial. Aquí interesa el Madrid, y si el Madrid no puede ganar, lo peor que puede ocurrir es que además gane el Barça. Todos los problemas institucionales del Madrid surgieron porque dominaba el Barcelona. Si hubiese sido el Valencia, no pasaba nada. Y lo mismo sucedería en Barcelona. Es así, una manera de ver el fútbol que hay que aceptar. Pero más allá de todo, incluso de la última Liga que ganó el Madrid, la sensación mundial de que el gran equipo es el Barcelona es una realidad que nadie puede evitar.
Con el correr de los años, Maldini se ha convertido en una referencia de la prensa deportiva española. Casi 350.000 seguidores en Twitter lo convierten en uno de los líderes de opinión. Su programa semanal en Canal +, Fiebre Maldini, mantiene su estándar de calidad pese a estar alejado de las estridencias y las polémicas que nutren a muchos otros espacios sobre fútbol, en televisión y radio. Por eso es interesarte escuchar sus palabras, también acerca de todo aquello que envuelve el universo del más popular de los juegos.
–¿Crees que el hincha común sabe de fútbol?
–No. Estoy convencido que, si hablamos en términos muy generales, la gente no sabe de fútbol. Puede saber de su equipo, le gusta que gane, pero francamente hay muy pocos hinchas comunes con los que podrías tener una charla de fútbol en profundidad. Twitter me ha dado la mejor pauta en ese sentido. Cualquier cosa que pongas sobre el Madrid o el Barça, te contestan los fanáticos y es imposible razonar con ellos.
–¿Los medios de comunicación ejercen alguna influencia en ese sentido?
–Porque podrían tener una función más “docente” a la hora de explicar un partido sin fanatismos, o sin pasarse una semana hablando sobre si una jugada fue penalti o no. Eso influye, pero al final si sabes elegir el medio que quieres también encuentras buenos análisis en profundidad. La gente elige lo que más le gusta. El aficionado medio es en general vago, ni siquiera quiere conocer más. Exagerando un poco, la que predomina es la imagen típica de los que manejan las hinchadas en los fondos, esos que se ponen de espaldas al partido, porque en realidad el partido en sí les importa muy poco.
–Pero da la sensación de que hay muchos periodistas que también les importa muy poco.
–Sí, probablemente. Ni les interesa ni dedican su tiempo a ver un partido de la Liga argentina o del Milán o de lo que sea. Porque les gusta una parte del fútbol que tiene muy poco que ver con el juego, como el hecho de polemizar toda la semana. La polémica me parece importante, se debe hablar de si una acción fue o no penalti, pero como mucho hasta el lunes, y ya… En ese sentido, hay un sector del periodismo que no lo hace demasiado bien. Y da más carnaza a los aficionados a los que en realidad no les importa el fútbol.
–La verdad, no te veo participando en uno de esos programas tipo “periodismo rosa”, aunque centrados en el fútbol…
–A ver, nunca se puede decir “de esta agua no he de beber”. Pero salvo que tuviera una necesidad económica realmente acuciante, no me veo en una de esas tertulias. Me resulta impensable.
–¿Y qué te parecen?
–No me gustan. Las respeto mientras no se metan con nadie. Pero no creo que el fútbol sea eso ni creo que aporten nada al fútbol. Y además es hacer televisión muy fácil: poner a cinco personas hablando, hablando y hablando. Pero volviendo a cómo es el aficionado común entiendo que la gente los vea y hable de ellos.
–En definitiva, son parte del negocio, del show, que por otra parte es una de las críticas que recibe el fútbol, su carácter de negocio alejado del juego que fue adquiriendo con el tiempo.
–Yo estoy dentro del negocio, porque vivo de él. Las televisiones invierten mucho dinero y nosotros también contribuimos. Pero me parece que se debe establecer un límite. No se puede hablar bien de un equipo porque el negocio lo exige.
–Y cuando el negocio se hace oligopólico, como en España, donde dos equipos se llevan el porcentaje mayoritario de la tarta, ¿no amenaza con acabar con la gallina de los huevos de oro?
–Amenaza con cargarse la competitividad, y eso a la larga va contra el negocio. Se está produciendo un hecho que veremos este año y ya es el colmo, aunque en cierto modo también lógico. Hay tanta diferencia entre el Madrid y el Barça con los equipos de la parte media-baja de la tabla, que cuando juegan contra ellos ponen suplentes porque dan el partido por perdido. La famosa frase, “esa no es nuestra Liga” puede hacer que el fútbol pierda bastante interés, porque por mucho que te guste el Barça, cuando se pone 4-0 ya desconectas del partido.
–¿Cabría poner límites de algún tipo para evitar este dominio de dos clubes sobre el resto?
–Se podría pero es difícil. Habría que estudiar todo el tema de la libertad de mercado y esas cosas. Si tú abres un restaurante y tienes dinero para montar además un show musical por qué van a impedírtelo. Creo que es prácticamente imposible.
Otro fenómeno que se está produciendo es que los clubes más poderosos fichan jugadores solo para que no los tengan los rivales, aunque después no jueguen demasiado, y eso te impide ver futbolistas de primer nivel. Es el caso de Modric. En el Madrid jugará bastante, pero sería indiscutible en el 100% de los partidos en el 90% de los equipos del mundo, y nos lo estamos perdiendo. Pasa lo mismo en el Manchester City.
–¿El aficionado tiene algún tipo de peso en todo esto, tiene voz a la hora de decir lo que quiere?
–Debería, pero volvemos a que tampoco posee el criterio como para tenerlo. Al aficionado medio le da igual cómo juega su equipo. Si yo fuera dentista y socio de un club X y pagara todos los meses por un espectáculo que es horroroso, porque juegan muy mal y me aburren, haría algo, como mínimo dejaría de ir. Y si se hiciese un frente común para ver un buen espectáculo intentaría protestar. En tal caso, el aficionado podría tener bastante peso. Si en un club X la gente dejase de ir al campo en masa porque los partidos son un coñazo, a lo mejor el equipo cambiaría su manera de jugar.
–Pero ahí, como en tantos otros aspectos de la sociedad, la gente se queja cuando el hecho le afecta de manera individual. Si le tocan el bolsillo o el trabajo. Y en el fútbol, solo cuando el equipo pierde.
–Exacto. Si gana, da igual y ahí está el error. Yo puedo entender a los fanáticos, y para nada utilizo la palabra ‘fanático’ de manera peyorativa. El tío que quiere que su equipo gane a toda costa, aunque sea con un penalti regalado, pues sí. Pero el aficionado medio debería pedir que su equipo le divierta, porque si no, no tiene ningún sentido. ¿Qué le da a un dentista del Independiente de Avellaneda que gane su equipo? Una alegría momentánea, un rato, pero lo suyo sería disfrutar con algo, ¿no?
–¿El fútbol es parte del business o un hecho cultural?
–Un poco de todo. Para mí también es un hecho cultural.
–Sin embargo, la idea de que el fútbol es parte de la cultura del último siglo y medio no acaba de cuajar.
–Creo que tiene que ver en cómo ve el fútbol cierta parte de la cultura, porque siempre existió la etiqueta de que es algo para el vulgo, para la gente inculta, para los que no leen. Y eso es mentira. Hay de todo. Pero eso está empezando a cambiar, creo. El hecho de que la cultura se vaya acercando al fútbol ayuda mucho. Hay escritores como Mario Benedetti y varios más que se han declarado hinchas de fútbol.
–En la literatura tal vez sí, pero en general no se acepta esta idea de que el fútbol sea parte de la cultura de un pueblo.
–Tal vez sí en Brasil, en Inglaterra o en Argentina, pero nada más. Nadie incluye un museo de fútbol dentro de un paseo cultural por una ciudad. Y es un error. Una de las máximas expresiones culturales en la España de los últimos tiempos han sido los triunfos de la Selección. No tengo ninguna duda que si tuviéramos la camiseta con la que Iniesta metió el gol de la final en Sudáfrica, formaría parte de un museo de la Historia de España tanto como el uniforme que llevaba el Rey Juan Carlos el día que salió por televisión para echar abajo el golpe de Estado del 23F.
–Claro, por eso es llamativo que le cueste tanto al fútbol traspasar esa frontera, y se quede solo en ocio, en divertimento o en negocio.
–Sin dudas. Yo siempre digo que hay solo dos cosas que pueden vaciar una ciudad: un bombardeo y un partido de fútbol. De la misma manera que un triunfo futbolístico puede sacar uno o dos millones de personas a la calle. Quien diga que eso es no un movimiento cultural está equivocado.
Por Rodolfo Chisleanschi
• Una charla con Rodolfo Chisleanschi para La Voz del Rioba sobre la pasión y el amor por el juego más popular del planeta
• Estilos, jugadores, entrenadores; el negocio, la cultura y el papel del periodismo
Julio Maldonado, Maldini |
Esta no será una entrevista al uso, sino más bien una charla, reposada y franca. Porque además de compañero de profesión, Julio Maldonado, Maldini, es amigo, y con él compartimos –o disentimos- sobre puntos de vista y análisis de un juego que a ambos nos atrapa. Desde ese conocimiento mutuo surgió esta conversación bien futbolera, que toca varios palos: el juego, la pasión, el negocio, el periodismo…
–Te conozco desde hace años, y hay algo que siempre me ha llamado la atención: tu capacidad para mantenerte al margen de la pasión del fútbol, alejado de las cuestiones partidistas, de clubes y camisetas, ¿es realmente así?
–Sí, y mucha gente no me cree. Yo juro que me apasiona el fútbol, pero ningún equipo en particular, y aunque lo pretenda, no soy capaz de emocionarme durante un partido con la victoria de uno u otro. Me puede emocionar porque me gusta como juega o porque lo merece, pero no por sus colores.
–Pero todos fuimos hinchas de un club alguna vez…
–De pequeñito iba a ver más al Madrid, pero tal vez me pase como a los ginecólogos, que de tanto ver mujeres las miran con otra óptica. En mi caso, de tanto ver partidos, disfruto muchísimo del fútbol, pero fuera de la locura por un club; cosa que por otra parte ocurre cada vez con más frecuencia en el periodismo español y que considero un error. Profesionalmente me interesa que ganen los equipos y la Selección española, pero desde el punto de vista futbolístico si hay un equipo que juega mejor o que me apetece ver y elimina a un equipo español, no me supone ningún problema.
–No negarás que es raro, porque el acercamiento al fútbol es prácticamente siempre muy pasional y siempre a través del amor a los colores de una camiseta, ¿el tuyo desde dónde llega?
–Desde la obsesión por conocer el juego en profundidad. Tiene mucho que ver con que a mí siempre me gustó centrarme en el fútbol de fuera, no en el de aquí. Estamos hablando de hace muchos años, cuando ver un partido de la Liga inglesa era prácticamente imposible. Ya entonces me interesaba un aspecto del fútbol que no le interesaba casi a nadie. Eso ha hecho que no me metiera en la pasión popular del común de la gente. Y por otro lado, yo tengo una mirada digamos que más ‘científica’ que un hincha normal, me gusta analizar los partidos por dentro, y eso me hace ser más un cirujano que un hincha.
–Digamos que es una pasión por el juego en sí mismo.
–Exacto. Si para que en una final de Copa de Europa se enfrenten dos estilos muy diferentes es necesario que eliminen en semifinales a un equipo español, no me importa para nada, porque eso me va a permitir ver el partido que me apetece.
–¿El fútbol da para hacer una disección tan minuciosa?
Radamel Falcao, en la selección sub-20 de Colombia |
–¿Y cuántas imágenes, cuántas horas de dedicación al día son necesarias para ser un cirujano?
–No tantas como parece. Hay que saber elegir los partidos. Ten en cuenta que el 90% lo veo grabado; en directo, solo los que hago en la tele o en la radio. Entonces, no dedico dos horas a un partido, sino como mucho una, porque voy pasando rápido tramos que no me interesan, voy viendo un rato del primer tiempo y otro del segundo… Si sabes lo que ha sucedido vas buscando lo que quieres.
–Cuando te conocí, allá por los 90, te veía como un experto en jugadores, ahora ya no. ¿Notas que has evolucionado en este aspecto?
–Sí, es lógico, por el trabajo y por la edad. Puede ser que cuando era más pequeño conociera más jugadores que ahora; porque ahora me dedico a analizar el partido en sí. Creo que me he reciclado en ese sentido y me ha venido muy bien.
–¿En qué medida te ha ayudado o influenciado la evolución que ha tenido el fútbol español en los últimos 20 años?
–Más que nada, me ha ayudado la evolución de la Selección, sobre todo a entender el fútbol que a mí me gusta. Porque si bien no soy de ningún equipo, sí soy de un tipo de juego. Admiro todos, acepto todos, creo que todos son útiles, pero me gusta mucho más el fútbol de toque, el fútbol del Barcelona. Me dirán, ¿y a quién no le gusta este Barcelona, que ha sido la máxima expresión de fútbol de la Historia, con y sin balón? Bueno, yo disfruto con ese estilo, que es el que le ha hecho ganar todo a la Selección, incluso aunque no sea tan bien jugado.
–Siempre hay gente que lo discute…
–Sí, y que dice que el toque es aburrido. No sé, como todo en la vida, el fútbol hay que medirlo a largo plazo. Y un equipo que domina un partido puede perderlo, o perder dos, porque es un juego muy caprichoso: Suiza le ganó a España en Sudáfrica 2010. Pero a la larga, los equipos que tienen más el balón, que dominan, ganan más. Y el que no hace eso es porque no puede, no porque no quiere. El que afirma que prefiere dejarle el balón al contrario y salir a la contra es porque sabe que su equipo no puede tenerlo, y lo adapta a lo mejor que pueda hacer, a las virtudes que posea, pero no es una filosofía en sí misma. El ideal del fútbol es tener la pelota.
–Hagamos “futurismo futbolístico”, ¿tiene todavía capacidad de evolución el juego?
–En cuanto al reglamento, no. Y tampoco le veo un gran margen de mejora en el juego. Hay algunas clases de futbolistas que se están perdiendo: medios centros creativos tipo Redondo, por ejemplo. También los extremos y los mediapuntas, los “enganches”. Son tres figuras fundamentales para jugar bien al fútbol y se están perdiendo. Los tres centrales se están cargando a los extremos y ese es un problema muy serio para el fútbol.
–Y tácticamente hablando, ¿habrá vida después del Barça de estos años?
–Mmm… Inmejorable es una palabra muy dura y la perfección no existe, pero creo que si alguien ha alcanzado esa perfección es este Barça, y para mí es inmejorable. Yo no he visto nada igual, con el balón y a la hora de recuperarlo, porque sus altísimos porcentajes de posesión se deben fundamentalmente a que es capaz de recuperar el balón cerca del área rival. Para mí es insuperable, porque además ha tenido una serie de jugadores, auténticos cracks, que han llegado en el momento justo.
–Y tiene a Messi…
–Aunque no lo creas, he hablado con algunos entrenadores que aseguran que Messi perjudica al Barcelona. No estoy de acuerdo, pero entiendo lo que dicen. Ellos sostienen que para que Messi meta 40 goles, el equipo deja de meter 50, porque le da todo el mando a Messi y juega sin delantero centro. Para mí, cuando tienes un jugador así debes adaptarte a él. Porque la mejor versión del Barça es esta de Messi y no hay discusión.
–¿Y le has preguntado a esos entrenadores qué hubieran hecho si hubiesen tenido a Messi en sus equipos? ¿Lo hubieran echado para quedarse con Ibrahimovic?
–No, aunque estoy seguro que al final estarían de acuerdo con nosotros.
–Pero al menos en Madrid hay una parte importante de la prensa deportiva a la que le cuesta mucho aceptar ese predominio del Barça.
–Es un tema puramente comercial. Aquí interesa el Madrid, y si el Madrid no puede ganar, lo peor que puede ocurrir es que además gane el Barça. Todos los problemas institucionales del Madrid surgieron porque dominaba el Barcelona. Si hubiese sido el Valencia, no pasaba nada. Y lo mismo sucedería en Barcelona. Es así, una manera de ver el fútbol que hay que aceptar. Pero más allá de todo, incluso de la última Liga que ganó el Madrid, la sensación mundial de que el gran equipo es el Barcelona es una realidad que nadie puede evitar.
Con el correr de los años, Maldini se ha convertido en una referencia de la prensa deportiva española. Casi 350.000 seguidores en Twitter lo convierten en uno de los líderes de opinión. Su programa semanal en Canal +, Fiebre Maldini, mantiene su estándar de calidad pese a estar alejado de las estridencias y las polémicas que nutren a muchos otros espacios sobre fútbol, en televisión y radio. Por eso es interesarte escuchar sus palabras, también acerca de todo aquello que envuelve el universo del más popular de los juegos.
–¿Crees que el hincha común sabe de fútbol?
–No. Estoy convencido que, si hablamos en términos muy generales, la gente no sabe de fútbol. Puede saber de su equipo, le gusta que gane, pero francamente hay muy pocos hinchas comunes con los que podrías tener una charla de fútbol en profundidad. Twitter me ha dado la mejor pauta en ese sentido. Cualquier cosa que pongas sobre el Madrid o el Barça, te contestan los fanáticos y es imposible razonar con ellos.
–¿Los medios de comunicación ejercen alguna influencia en ese sentido?
–Porque podrían tener una función más “docente” a la hora de explicar un partido sin fanatismos, o sin pasarse una semana hablando sobre si una jugada fue penalti o no. Eso influye, pero al final si sabes elegir el medio que quieres también encuentras buenos análisis en profundidad. La gente elige lo que más le gusta. El aficionado medio es en general vago, ni siquiera quiere conocer más. Exagerando un poco, la que predomina es la imagen típica de los que manejan las hinchadas en los fondos, esos que se ponen de espaldas al partido, porque en realidad el partido en sí les importa muy poco.
–Pero da la sensación de que hay muchos periodistas que también les importa muy poco.
–Sí, probablemente. Ni les interesa ni dedican su tiempo a ver un partido de la Liga argentina o del Milán o de lo que sea. Porque les gusta una parte del fútbol que tiene muy poco que ver con el juego, como el hecho de polemizar toda la semana. La polémica me parece importante, se debe hablar de si una acción fue o no penalti, pero como mucho hasta el lunes, y ya… En ese sentido, hay un sector del periodismo que no lo hace demasiado bien. Y da más carnaza a los aficionados a los que en realidad no les importa el fútbol.
–La verdad, no te veo participando en uno de esos programas tipo “periodismo rosa”, aunque centrados en el fútbol…
–A ver, nunca se puede decir “de esta agua no he de beber”. Pero salvo que tuviera una necesidad económica realmente acuciante, no me veo en una de esas tertulias. Me resulta impensable.
–¿Y qué te parecen?
–No me gustan. Las respeto mientras no se metan con nadie. Pero no creo que el fútbol sea eso ni creo que aporten nada al fútbol. Y además es hacer televisión muy fácil: poner a cinco personas hablando, hablando y hablando. Pero volviendo a cómo es el aficionado común entiendo que la gente los vea y hable de ellos.
–En definitiva, son parte del negocio, del show, que por otra parte es una de las críticas que recibe el fútbol, su carácter de negocio alejado del juego que fue adquiriendo con el tiempo.
–Yo estoy dentro del negocio, porque vivo de él. Las televisiones invierten mucho dinero y nosotros también contribuimos. Pero me parece que se debe establecer un límite. No se puede hablar bien de un equipo porque el negocio lo exige.
–Y cuando el negocio se hace oligopólico, como en España, donde dos equipos se llevan el porcentaje mayoritario de la tarta, ¿no amenaza con acabar con la gallina de los huevos de oro?
–Amenaza con cargarse la competitividad, y eso a la larga va contra el negocio. Se está produciendo un hecho que veremos este año y ya es el colmo, aunque en cierto modo también lógico. Hay tanta diferencia entre el Madrid y el Barça con los equipos de la parte media-baja de la tabla, que cuando juegan contra ellos ponen suplentes porque dan el partido por perdido. La famosa frase, “esa no es nuestra Liga” puede hacer que el fútbol pierda bastante interés, porque por mucho que te guste el Barça, cuando se pone 4-0 ya desconectas del partido.
–¿Cabría poner límites de algún tipo para evitar este dominio de dos clubes sobre el resto?
–Se podría pero es difícil. Habría que estudiar todo el tema de la libertad de mercado y esas cosas. Si tú abres un restaurante y tienes dinero para montar además un show musical por qué van a impedírtelo. Creo que es prácticamente imposible.
Luca Modric |
–¿El aficionado tiene algún tipo de peso en todo esto, tiene voz a la hora de decir lo que quiere?
–Debería, pero volvemos a que tampoco posee el criterio como para tenerlo. Al aficionado medio le da igual cómo juega su equipo. Si yo fuera dentista y socio de un club X y pagara todos los meses por un espectáculo que es horroroso, porque juegan muy mal y me aburren, haría algo, como mínimo dejaría de ir. Y si se hiciese un frente común para ver un buen espectáculo intentaría protestar. En tal caso, el aficionado podría tener bastante peso. Si en un club X la gente dejase de ir al campo en masa porque los partidos son un coñazo, a lo mejor el equipo cambiaría su manera de jugar.
–Pero ahí, como en tantos otros aspectos de la sociedad, la gente se queja cuando el hecho le afecta de manera individual. Si le tocan el bolsillo o el trabajo. Y en el fútbol, solo cuando el equipo pierde.
–Exacto. Si gana, da igual y ahí está el error. Yo puedo entender a los fanáticos, y para nada utilizo la palabra ‘fanático’ de manera peyorativa. El tío que quiere que su equipo gane a toda costa, aunque sea con un penalti regalado, pues sí. Pero el aficionado medio debería pedir que su equipo le divierta, porque si no, no tiene ningún sentido. ¿Qué le da a un dentista del Independiente de Avellaneda que gane su equipo? Una alegría momentánea, un rato, pero lo suyo sería disfrutar con algo, ¿no?
–¿El fútbol es parte del business o un hecho cultural?
–Un poco de todo. Para mí también es un hecho cultural.
–Sin embargo, la idea de que el fútbol es parte de la cultura del último siglo y medio no acaba de cuajar.
–Creo que tiene que ver en cómo ve el fútbol cierta parte de la cultura, porque siempre existió la etiqueta de que es algo para el vulgo, para la gente inculta, para los que no leen. Y eso es mentira. Hay de todo. Pero eso está empezando a cambiar, creo. El hecho de que la cultura se vaya acercando al fútbol ayuda mucho. Hay escritores como Mario Benedetti y varios más que se han declarado hinchas de fútbol.
–En la literatura tal vez sí, pero en general no se acepta esta idea de que el fútbol sea parte de la cultura de un pueblo.
–Tal vez sí en Brasil, en Inglaterra o en Argentina, pero nada más. Nadie incluye un museo de fútbol dentro de un paseo cultural por una ciudad. Y es un error. Una de las máximas expresiones culturales en la España de los últimos tiempos han sido los triunfos de la Selección. No tengo ninguna duda que si tuviéramos la camiseta con la que Iniesta metió el gol de la final en Sudáfrica, formaría parte de un museo de la Historia de España tanto como el uniforme que llevaba el Rey Juan Carlos el día que salió por televisión para echar abajo el golpe de Estado del 23F.
–Claro, por eso es llamativo que le cueste tanto al fútbol traspasar esa frontera, y se quede solo en ocio, en divertimento o en negocio.
–Sin dudas. Yo siempre digo que hay solo dos cosas que pueden vaciar una ciudad: un bombardeo y un partido de fútbol. De la misma manera que un triunfo futbolístico puede sacar uno o dos millones de personas a la calle. Quien diga que eso es no un movimiento cultural está equivocado.
Por Rodolfo Chisleanschi
El desamor de Llorente
Los que ven crecer una estrella en Lezama saben que con muchas dificultades volverán a ver algo parecido. Las particularidades de la filosofía de los leones limitan el figureo y el estrellato. Los jugadores, los domingos (si no les colocan el partido un lunes) no salen de San Mamés en gafas de sol, ni en un deportivo tintado, ni con la ayuda de los cuerpos de seguridad. Salen por la puerta a pecho descubierto, a pie y con una sonrisa de agradecimiento a todos los respetuosos hinchas. Sí, bueno, es posible que alguno, alguna vez, se ponga un poco pesado porque le ha caído mal el txacolí. Y de acuerdo, a otro puede que le sobrara un pacharán. Pero, entre decenas y decenas, ¿con alguno habrá que tener paciencia, no? ¡Podría ser un primo lejano! O el hijo de una vecina de toda la vida. Al fin y al cabo, son admiradores y paisanos. Pues bien, esa cercanía, esa humanidad de la villa, es la que ven peligrar ahora los más críticos con el chico. A aquellos que le han puesto la mano sobre el hombro antes de que la altura del rubiales lo hiciese imposible, a aquellos que le han pagado la gasolina para que vuelva el fin de semana a Rincón de Soto, es a quienes más les cuesta asumir que la proximidad se va a convertir en frialdad, en distanciamiento y en un cambio de estatus.
Una de las cosas que no ha podido gestionar bien Fernando Llorente es su relación con la prensa. Quizás todo habría sido distinto si... Pero ¿dónde ha estado el error? ¿Por qué los periodistas que más le defendían, los que más creían en él, dicen estar decepcionados? ¿Por qué dicen que no ha sabido dar el paso de muchacho a adulto? Y que está mal aconsejado... De repente oímos como Santi Segurola, con aparente dolor, prologa sus frases con un “Me sabe mal decirlo porque es buen chico y me duele, pero...” Y, cuando menos lo esperamos, Rafa Beato, otro periodista especializado en leones, hace lo propio con una Captatio benevolentiae tal que así: “Sí, es cierto que he tenido buena relación con él, pero...”
Mientras que Segurola se suele limitar a defender su suplencia en pro de quien sí permanecerá en el futuro (Aduriz), Beato va más allá y, sin decir nada, lo dice todo: “No es momento de decir lo que hace en los entrenamientos. Ni es momento de pedirle explicaciones por el hecho de que haya ido pidiendo dinero y dinero y, una vez concedido, haya preguntado por la comisión de su hermano”.
Tal vez si Llorente no hubiese acusado a la prensa de polemizar, si no le hubiese dado plantón sin que el club justificase ese hecho y si no hubiese señalado a los medios como artífices del rencor de algunos aficionados, aún hoy algunos periodistas le defenderían, con o sin motivos. Pero hacerse adulto también es estrategia, cálculo y frialdad. No es así como Llorente se abrió paso en la cantera, sino que lo hizo destrozando defensas con pasión. Si no hubiese sido así, no habría llegado tan alto. Y si no hubiese estado en el Athletic, quizás tampoco.
Visto que ya no puede salir peor parado, lo mejor que puede hacer Llorente es disfrutar lejos de Bilbao y, una vez retirado, esperar a ese olvido que rápido le llega a todo ex futbolista, ese punto en el que los viejos te recuerdan en las tertulias de bar, los maduros ya no te echan en cara que buscaras una vida mejor y los chicos no te reconocen. Es entonces cuando podrá comerse unos pintxos a pecho descubierto y sentirse lo que es: ante todo, una persona, con sus errores. Ahora también puede hacerlo, si no le importa escuchar, casi siempre de buen rollo, la cruda sinceridad -pero campechana e inofensiva- de los aficionados rojiblancos.
Por Marcos Moreno Teruel
Fotos: Archivo
Por estas cosas también nos gusta el básquet
Les dejamos esta increíble asistencia de Kobe Bryant desde la mitad de la cancha. Increíble Alley-Oop para disfrutar y verlo varias veces.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)