La noticia cayó como una bomba en Can Barça. Ahora no lo parece, pero hasta hace pocas semanas el entorno del FC Barcelona vivía en una balsa de aceite: a pesar de la ausencia de ‘Tito’ Vilanova por enfermedad, el equipo había batido todos los récords en la primera vuelta de la Liga, el juego era inmejorable, Messi brillaba, el conjunto funcionaba en todas las líneas, tanto en defensa como en ataque, tanto con los titulares como con los suplentes… Todo iba a las mil maravillas, hasta que en el mes de enero los representantes de Víctor Valdés dejaron caer la bomba, dinamitando el oasis culé: el portero titular del considerado mejor equipo del mundo había decidido romper las negociaciones para su renovación y le ponía fecha de caducidad a su presencia bajo la meta azulgrana: junio de 2014. La vida progresa a base de ciclos, a veces perfectamente circulares: Andoni Zubizarreta, director deportivo del FCB Barcelona y antigua leyenda bajo los palos del Camp Nou, se quedaba de piedra al ver la reacción del entorno del Valdés y ser consciente de la ardua tarea que le esperaba por delante al tener que buscarle un sustituto de garantías.
19 años atrás, el FC Barcelona tampoco lo tuvo fácil para encontrar un recambio del mítico ‘Zubi’. La contundente derrota en la final de la Champions de 1994 ante el Milan (4-0) supuso el entierro del Dream Team de Johan Cruyff, y su primera víctima fue el guardameta vasco, que tuvo que salir por la puerta de atrás. Durante años, varios porteros probaron en sus propias carnes la enorme presión que supone defender la meta de un equipo que ataca y ataca y que debe protegerse bien en las pocas ocasiones que llegan a su área. Busquets padre, Angoy, Lopetegui, Vitor Baia, Hesp, Arnau, Dutruel, Reina, Bonano, Enke, Rustu, Jorquera… Todos ellos lo intentaron pero, por mala suerte, falta de confianza o escaso de rendimiento, ninguno fue capaz de consolidarse, quizás con la excepción del holandés Hesp, en ese complicado puesto. Ninguno hasta que en 2002 subió al primer equipo un hombre de la casa: Víctor Valdés. Su fuerte carácter, una de sus grandes virtudes, estuvo a punto de convertirse en un defecto que podría haber finiquitado su carrera cuando no acató y se rebeló contra la decisión de Louis Van Gaal, el primer técnico que confió en él y que le quiso dar un toque de atención devolviéndole durante unos partidos al filial. Superado aquel roce gracias a la mediación del presidente Joan Gaspart, todos los entrenadores que han ido pasando por el Camp Nou (Radomir Antic, Frank Rijkaard y Josep Guardiola) no han dudado en confiar en el de L’Hospitalet. Sus números en estas 11 temporadas hablan por sí solos: ya es el portero que más partidos oficiales ha jugado con el Barça –en agosto de 2011, superó los 410 de Zubizarreta en otro guiño del destino–, ha ganado cinco Trofeos Zamora (cuatro de ellos de forma consecutiva) y de forma colectiva ha conquistado 4 Ligas, 2 Champions, 1 Mundial de Clubes, 2 Copas del Rey, 1 Supercopa de Eurocopa y 4 Supercopas de España.
Desde hace tiempo, ya nadie en Can Barça pone en duda que Víctor Valdés es el portero ideal. Es de los pocos en su puesto que es tan hábil usando las manos como los pies, algo vital en el juego del Barça y que ha ido perfeccionado año tras año desde que ingresó en La Masia cuando tenía 10. Su fortaleza en el uno contra uno, gestionada con una gran paciencia que le permite irse al suelo en el momento adecuado, y sus grandes reflejos han acortado la distancia que en algunos momentos parecía insalvable con Iker Casillas. Esas cualidades le han consolidado, a sus 31 años recién cumplidos, como un portero de primer nivel mundial, aunque quizás su personalidad no le convierta en el jugador más querido para la exigente afición culé. Posiblemente, haya sido este aspecto, el no sentirse tan valorado y apreciado como otros compañeros de vestuario, lo que hizo inclinar la balanza de Valdés hacia el no cuando recibió la propuesta de renovación del club. A nivel deportivo, su salida es difícilmente justificable ya que hay pocos equipos como el Barça que puedan aspirar siempre a ganarlo todo. A nivel económico, sí es más entendible que pueda tener ofertas suculentas de otros clubes más poderosos extendiendo cheques que ganando títulos. A nivel emocional, sólo él y su entorno más cercano pueden conocer la verdad.
Con el no sobre la mesa, la pelota está ahora en el tejado del FC Barcelona, que se enfrenta a un triple dilema: convencerle para que siga; buscarle ya un sustituto para la próxima temporada y así poder cobrar un traspaso, o exprimir sus cualidades hasta el final de su contrato. El Barça no es un club vendedor, nunca lo ha sido, y abordar el problema de Valdés desde un punto de vista meramente económico sería un gran error. En cambio, mantenerlo hasta el final de su contrato, tiene más ventajas que el mero inconveniente de dejar de ingresar una suculenta cifra con muchos ceros.
Tras conocerse su decisión, se llegó a pensar que su actitud podría desestabilizar al vestuario, ponerle a la afición en contra y hacer que bajara su rendimiento. Nada de eso ha pasado. VV ha mantenido su mismo nivel, sus compañeros siguen confiando en él y los aficionados le premiaron con el aplauso en el primer partido que jugó en Camp Nou tras saberse que no seguiría… quizás esa fue su forma de compensar esa cariño que, en ocasiones, el guardameta ha podido añorar.
Ante este panorama no podían faltar los rumores y no tardaron en hacerse las primeras listas con candidatos a sustituir a Valdés. David De Gea (Manchester United), Vicente Guaita (Valencia), Pepe Reina (Liverpool), Andrés Fernández (Osasuna), Marc André ter Stegen (Borussia M’Gladbach), Manuel Neuer (Bayer de Múnich), Hugo Lloris (Tottenham…)… Todos ellos han sonado en alguna ocasión y parece que dentro de esta lista podría estar el futuro dueño de la portería del Camp Nou.
Nadie puede poner en duda que todos ellos son metas de extraordinaria calidad, pero no es menos cierto que ninguno es tan completo como VV, que, además, tiene en su haber una cualidad de la que los demás aún no pueden presumir: ya ha demostrado que es capaz de soportar la presión que genera el Camp Nou sobre su portero. Es por ello que si el Barça quiere seguir disfrutando de esta tranquilidad bajo sus palos haría bien en hacer todo lo posible para convencer a Valdés para que dé un paso atrás en su decisión. El no ya lo tienen, ganarse el sí sería el mejor de los regalos para el tan temido ‘entorno’ culé.
Por Rafa Jiménez
Ilustración: Luis Gaspardo

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