La revolución escocesa

Foto archivo año 1955

Con frecuencia escuchamos ‘liga escocesa’ en tono peyorativo, casi como si fuera un adjetivo y con él se pudiera descalificar a otras ligas más prestigiosas. Con una ojeada a la estructura de la competición de Escocia, podemos ver sin mucha dificultad las lagunas que más acusa la competición de una nación tan volcada con otros deportes. Esta peculiar liga está viviendo ahora un proceso de estandarización. Los partidarios de tipificar defienden que adaptarse a modelos mayoritarios puede ser beneficioso a largo plazo, que algunas marcas pueden y deciden internacionalizarse. 

Por Marcos Moreno Teruel

La liga escocesa quiere dejar de ser una liga 'a la escocesa'. Para ello, hay que contraponer puntos de vista acerca del camino a seguir y no será fácil llegar a un acuerdo. Esta vez no se trata de una disputa entre católicos y protestantes, sino de las diferencias entre reformistas futbolísticos y conservadores o cautos. De hecho, uno de los abanderados del cambio, el cabeza visible de la Scottish Football League (SFL) David Longmuir, es a su vez el principal enemigo de la precipitación.


¿Por qué cambiar?

En Escocia saben muy bien que internacionalmente son conocidos por tener una liga poco competitiva. Trasciende a las islas británicas que son, tradicionalmente, un conjunto de equipos dominados por el binomio de las conocidas Old Firm, esto es Celtic y Rangers. Los dos grandes históricos se reparten la mayoría de las ligas disputadas. No en vano, cuando en España se critica que casi siempre sean Real Madrid y Barcelona los dominadores, se alude al caso escocés, algo que devalua la imagen del resto de rivales. Rangers encabeza la lista de ligas conquistadas con 54 títulos, Celtic le sigue con 43 y otros nueve equipos se reparten los sobrantes. Con la desaparición de los azules por problemas financieros -reemprendiendo su marcha en la Third Division bajo el nombre de The Rangers-, dicha competitividad ha derivado en la preponderancia de los verdiblancos y la resignación de los once equipos restantes que forman la Scottish Premier League (SPL). Se considera, pues, que con la reforma se conseguirían más alicientes y muchos clubes dejarían de pelear por no perder para comenzar a luchar por ganar. Se valoraría la desaparición parcial de esos partidos que los británicos denominan 'meaningless' ('sin significado'), que son aquellos sosos per se, en los que ninguno de los dos conjuntos se juega nada.

Luego está el tema económico... Los clubes de la SFL, las tres categorías que siguen a la SPL, se quejan de la distribución del dinero. Y para muestra un botón: tras la finalización de la pasada temporada, el Dunfermline cobró 750.000 libras por acabar en la última posición y descender, mientras que el Ross County, campeón de la First Division, solamente ganó 68.000 libras. Una mayor ecuanimidad contaría con la aprobación de los clubes modestos que se intentan abrir hueco peleando en el barro, aunque en el Ross County, paradójicamente, no se ve con buenos ojos la reestructuración por motivos que veremos más adelante.

Otro de los argumentos esgrimidos a favor del cambio es el de la evolución de las jóvenes promesas. La lógica dice que muchos equipos sofocan las posibilidades de los nuevos talentos por la presión de competir en su liga. ¿Solución? Crear filiales. O, como ellos dicen en inglés, 'equipos potro' ('colt teams'). De este modo, los futbolistas prometedores podrían desfogarse en las categorías más bajas y adquirir experiencia para poder competir en lo más alto cuando estén preparados. De hecho, Lionel Messi, ni más ni menos, es la bandera de este anteproyecto por su conocida participación en el Barcelona 'B'. El problema aflora cuando se conoce que sólo los Old Firm contarían con estos equipos reserva. ¿El motivo? David Longmuir se explica en el Daily Record alegando una dosis de realismo: la mayoría de los clubes ya tienen suficiente trabajo atrayendo espectadores a los partidos del primer equipo como para, además, crear una segunda plantilla. La alternativa que proponen los detractores de la reforma son las clásicas cesiones, que también sirven a los chavales para  tener minutos.

¿Cómo cambiar?

Con el último cambio de siglo, la liga escocesa pasó de tener diez equipos a estar constituída por doce. A falta de cinco encuentros para el final del campeonato, la tabla se divide por la mitad y los seis primeros equipos luchan entre ellos por la liga y por Europa, mientras que la media docena restante se enfrenta por la permanencia y los comprendidos no pueden adelantar a los de arriba, aunque cosechen más puntos totales. Es la fase del campeonato en la que más partidos meaningless se dan. Con el nuevo formato propuesto, habría dos SPL de doce equipos que a final de temporada, según las clasificaciones, se partirían en tres grupos de ocho ('the three eights'). Por eso, en el Ross County no están nada convencidos de este tipo de evolución. El conjunto de Ross-shire está capacitado para pelear por puestos de competiciones europeas pero, a su vez, tampoco está lejos de caer en la zona baja, por lo que podría verse relegado a entrar en el mismo saco que los clubes de una hipotética SPL2, aunque tuviese una gran ventaja respecto al farolillo rojo de la SPL1.

Por lo que a la SFL se refiere, dejaría de haber tres ligas de diez conjuntos (First, Second y Third Division) y, restando a los doce conjuntos que se verían beneficiados por la creación de una nueva Premier, quedaría una liga muy modesta con 18 equipos como el Elgin, el Stirling o el Annan, integrantes de la categoría más baja.


Los conjuntos dejarían de enfrentarse tres veces antes del corte de 'the three eights'. La primera mitad de la competición tendría ida y vuelta, y la segunda -conocida como el 'post-split'- también enfrentaría dos veces a los equipos de sus respectivos cortes, a diferencia del sistema actual. Con estos cambios, habría dos partidos menos (36) y "un merecido parón en invierno".

Viabilidad

Esta revolución no es la primera que defiende el controvertido David Longmuir -siempre “abierto a todas las opiniones por el bien del fútbol”-, quien ya defendía una Premier de 16 equipos que fue tomada por inviable debido al bajo nivel del fútbol patrio. En esta ocasión, sin embargo, tampoco parece tener mucho apoyo de los aficionados ni de algunos dirigentes de equipos, quienes básicamente muestran su conformidad o su oposición en función de si la entidad se vería beneficiada o perjudicada. Por ello, la First División es la más receptiva con la idea de una futura Premier 2.

Aunque se va avanzando poco a poco hacia el más que difícil entente, parece imposible que esto se lleve a cabo de una forma rápida, por más que algunos mandatarios, como Turnbull Hutton (Raith Rovers, SFL1) se muestren impacientes. Hampden Park (Glasgow) sigue siendo foco de reuniones y negociaciones en las que la Scottish Football Association, que cree que hace falta un cambio radical, está organizando el timing del proceso.

Sea como sea, si lo que se pretende es internacionalizar la liga para adaptarse a los modelos europeos, el extraño sistema propuesto no se acerca demasiado a ese objetivo salvo por lo de hacer dos vueltas. Tal vez sea mejor funcionar como una marca local que cubre unas necesidades pequeñas sin demasiada exigencia por parte del pueblo escocés, cuyos temas de conversación no giran en torno al fútbol.

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