El fútbol se rinde al díscolo Conte


Los méritos del actual entrenador de la Juventus de Turín, Antonio Conte, asoman la cabeza, cada vez con más descaro, por encima del montón de controversias que ha acumulado en su corta etapa como entrenador.


Por Marcos Moreno Teruel

 

El ex centrocampista, que tiene a la 'Juve' muy viva en la Champions League, ha compactado a un bloque que maravilla fuera de sus fronteras. La actual 'vecchia signora' es el ejemplo de “un equipo que golea sin grandes goleadores y que domina sin jugadores 'top'”. Son palabras del legendario Arrigo Sacchi, que salió haces unos días en defensa del técnico en La Gazzetta dello Sport, viniendo a decir que no hay que ponerse puritanos, por sus aspavientos, con un tipo que es “artífice” del gran juego 'bianconero'. Sacchi, en referencia al movimiento unísono de los jugadores sobre el terreno de juego, comentaba: “Son como una orquesta y pueden tocar desde rock hasta piezas de sinfónica, y suenan como un todo”. Es decir, tienen eso que en teatro se llama 'escucha' y en baloncesto 'visión periférica'. Y eso, según el de Fusignano, es gracias a la capacidad del entrenador para enseñar sus “grandes conocimientos”.

No es de extrañar, pues, que se haya relacionado a Conte con un futuro próximo en Real Madrid o Chelsea. Además, su perfil extradeportivo, polémico y protestón, es similar al de José Mourinho, que también ha dejado huella en sendos clubes. El de Lecce tiene, entre sus mayores logros, el ascenso con el Bari como campeón de la Serie B y la rápida recuperación de un Siena descendido. Pero sobre todo se convirtió en Conde de Turín cuando su conjunto obtuvo el histórico Scudetto 2011-12 con una Juventus invicta.

Como se ha explicado, el ex internacional con Italia ha destacado por su irreverencia tanto como por su talento: cuando entrenaba al Siena fue duramente castigado por un encubrimiento de amaños y no hace mucho fue sancionado por su insistente cruzada contra los árbitros, llegando a perseguir al colegiado Marco Guida y al juez de puerta Andrea Romeo, en un Juventus-Genoa, hasta el túnel de vestuarios para que reconocieran un supuesto error. Tanto ha llegado a alterar su vehemencia que el periodista televisivo Carlo Pellegatti le llamó “sinvergüenza” doce veces seguidas, entre otras lindezas, durante una retransmisión en directo.

Pero uno de los episodios más curiosos se ha vivido en los octavos de esta Champions 2012-13, cuando acusó al futbolista inglés del Celtic Gary Hooper de obstaculizar constantemente a Buffon en el área chica. Su homólogo Neil Lennon, el entrenador de los escoceces, entró al trapo en un cruce de opiniones donde el peor parado fue el árbitro español Alberto Undiano Mallenco, que no dejó contento a ninguno de los dos batalladores.

Conte, una suerte de entrenador para los albinegros, es siempre defendido por su director deportivo 'Beppe' Marotta, quien lo quiere en la Juventus por mucho tiempo. Ante los rumores de su marcha explicó lo siguiente a Radio Anch'io Lo Sport: “Sé que no todo el mundo es Ferguson, pero lo tendremos muchos años”. Del mismo modo ha reaccionado uno de los mejores porteros de la historia, el propio 'Gigi' Buffon, que manifestó a la CNN que se trata de “uno de los mejores entrenadores del mundo”. “No sé irá -añadió- hasta que sienta que ha cumplido en este club”. El guardameta piensa que su técnico tiene “unos conocimientos soberbios y además saca lo mejor de cada jugador”. Aunque puntualizó que el reto de la Champions es “muy difícil”, Buffon (35 años) expresó: “Veo entrenadores de otros grandes equipos en Europa y no siento para nada que el nuestro sea peor”. Para tranquilidad de los juventinos, el 'allenatore' sureño ha declarado recientemente que quiere permanecer en la 'Juve' durante 10 o 15 años.


Acerca de Antonio Conte
Antonio Conte (43 años), actual entrenador de la Juventus, comenzó a dedicarse profesionalmente al fútbol en el equipo de su ciudad natal, Lecce, situada justo en el tacón de Italia. Tenía casi 17 años cuando debutó en la máxima categoría italiana y apenas superaba la veintena cuando dejó a los gualdirrojos para iniciar, con la 'vecchia signora', lo que supondría una relación de largo recorrido. Fueron trece años en los que llegó también a la Nazionale, la selección italiana. Precisamente participó en la que perdió en los penalties frente a Brasil la final de EEUU 1994.
Su estrecho vínculo con el equipo juventino no acabó como jugador y, ya de técnico, recaló allí de nuevo tras ascender con el Siena (2010-11). Antes había hecho lo propio con el Bari (2007-09). Tanto en su primera toma de contacto como protagonista principal de un banquillo, en el Arezzo (2006-2007), como en su corta etapa en el Atalanta (2009-10), donde dimitió, firmó unos números discretos.

Entrevista a Jacinto Elá (II Parte)

Quise llegar a lo más alto para luchar contra el racismo.



Por Marcos Moreno Teruel


–Eres muy activo en las redes sociales. ¿Qué uso haces y qué provecho sacas de ellas?

Es sencillo. No es para influir a nadie, no es para nada en especial. Quizá hay una parte que es para dar a conocer la ropa que diseñamos mi novia y yo. Pero lo que escribo yo como Jacinto es para que otras personas vean que no están solas. Para que los que piensan como yo, los que no piensan igual que el mundo, vean que no están locos, que somos muchos. Todo lo que me pasa por la cabeza lo reflejo ahí y creo que eso es más interesante que fotos mías haciendo cosas.

–Ahora que hablas de vuestra ropa. Leído el manifiesto Malabona se extrae que las camisetas que diseñáis las hacéis por placer.

–Sí, por placer y por negocio. Es una de esas profesiones que sientes que podrías hacer incluso gratis. En Malabona hemos conseguido esa sensación aunque no sea una profesión a tiempo completo. Esa es la gracia de Malabona, que además es una terapia. Las cosas las tienes que hacer en primer lugar para ti mismo. Después, si la gente te empieza a pedir diseños dices: “Bueno, no está mal cobrar por algo que te gusta”. Se tendría que vivir de lo que te apasiona, eso no tiene precio.

–¿Y eso está cerca o lejos?

–Es difícil porque ropa puede hacerla cualquiera. No sé si está lejos o cerca pero vamos haciendo y vamos dando una parte de nosotros. A la larga, si te apasiona y te va yendo bien, puedes llegar a encontrarte viviendo de eso. Pero tienes que dar el salto, tomártelo más en serio, reducir tu trabajo de día y meterte de lleno en lo otro, y por tanto asumir riesgos. Ahora estamos en una postura muy cómoda: no arriesgamos mucho, ganamos algo y no le cogemos asco. Porque a veces, cuando algo se convierte en tu sustento, puede pasar de pasión a obligación. Pero creo que no se daría el caso.


–¿Cómo describirías las prendas?

–Empezamos haciendo lo que la gente nos pedía, dándole nuestro toque, y ahora estamos empezando a tirar por el estilo de los estampados africanos. Malabona viene de Malabo (capital de Guinea Ecuatorial) y Barcelona. Este estilo étnico se lleva mucho en otras partes de Europa, incluso en grandes firmas, pero en España todavía no está muy popularizado. Creo que pega mucho con nuestras señas de identidad, aunque seguiremos haciendo otras cosas que nos pide la gente. Pero aunque a lo demás le damos nuestro toque, lo que apetece cada vez más es hacer cosas que salen de uno mismo. Por eso los mejores son quienes hacen lo que quieren y encima lo venden.

–Hablemos de libros. Eres un devorador de ellos. ¿Por cuáles optas?

–Va por épocas. Ensayos. Filosofía. Novelas cada vez menos, porque te meten pájaros en la cabeza y para la ficción, veo películas. Los libros que se leen tan rápido son entretenidos para algunas épocas del año. Murakami me gusta mucho, porque por la forma que tiene de escribir, relata algo más que historias. Ahora estoy con filósofos africanos... Y tirando de clásicos también. Me gustan esos libros en los que lees tres o cuatro páginas y tienes que parar para digerir un montón de cosas.




–Se conoce que estudias y combates el racismo con dilección.

La única cosa que quería hacer en el fútbol era llegar a los más alto para utilizarlo como plataforma. No quería ni la Copa del Mundo ni nada. Yo quería tener una voz, que me escuchara más gente. Siempre he tenido como ejemplo a George Weah, un ejemplo en su país durante toda su carrera. La mitad de su sueldo o más lo destinaba a causas benéficas en Liberia. Eso, para mí, no tiene precio.

–Arda Turan paga la luz, el agua y el gas de su barrio.

–¿Sí? Esas cosas hay que publicitarlas más... Eso pasa en el fútbol. Muchos jugadores hacen cosas de estas pero no se publicita, no se dice. Son capaces de anunciar sus botas Nike y no son capaces de decir que colaboran con esto. Dicen: “Es que si participas en beneficiencia no tienes por qué decirlo”. Hay que decirlo porque tú puedes ayudar a que tu causa la siga más gente. A lo mejor otro jugador piensa en hacer lo mismo en su barrio. Las cosas buenas no hay que esconderlas.

–¿Como negro de clase trabajadora has notado con los años una evolución positiva respecto al racismo?

–Sí, ha cambiado mucho. En lo que concierne a España, yo recuerdo, siendo niño, entrar en el metro y que me mirara todo el mundo. Y tener problemas para entrar en las discotecas. Ahora los problemas los tienen todos, blancos o negros. Antes no había tanta gente negra en la educación. Ahora sí, mi hermana es profesora, tengo amigos profesores, yo estoy en un colegio. Mi hermano es policía... Eso ha cambiado mucho. Yo he trabajado en una tienda y he trabajado de tripulante de trenes. Eso era impensable hace quince años. Recuerdo que en mi primer año en Inglaterra entré en una tienda y una señora me dijo: “Perdone, ¿cuánto vale esto?”. Digo: “¿Qué? Me ha confundido con un vendedor? ¡No me lo creo!” Eso en España no pasaba. Yo dejé de ir a El Corte Inglés por experiencias que he tenido de niño, porque entraba y me perseguían. No sé si eso ha cambiado porque yo no entraría ahora ni harto de vino. Ahí, por ejemplo, no trabajará un negro nunca.

–Pero si entras vestido como un negro de alto estatus social...

–Entonces te persiguen para ver si compras.

–Te gusta escribir en tu blog, en diversos medios... ¿Estas cosas dan para un libro? ¿Te lo planteas?

–Estoy escribiendo uno. Se llama “Cómo ser negro en España”. Me centro básicamente en los guineanos. Somos gente que está integrada y tenemos la misma cultura porque España fue la metrópolis. Compartimos idioma, muchas costumbres... Sin embargo, no tenemos el estatus que pueden tener otras comunidades como la pakistaní, la marroquí, la china... Tienen sus negocios, sus asociaciones. Quizás no lo necesitamos porque estamos integrados, pero el negro nunca es el dueño de la empresa de chapuzas, sino que es el que acompaña al dueño, aunque sabe hacer lo mismo. El negro no tiene carnicería, panadería o pescadería, y como mucho hay cuatro restaurantes senegaleses en Barcelona, con todos los países que hay en África. No pregunto el porqué a los blancos, se lo pregunto a los propios negros. Deberíamos estar más presentes. Somos muy respetados, pero porque no somos una amenaza en el tema económico.

–La palabra 'emprendedor' está de moda. ¿Qué es ser ambicioso y hasta qué nivel es sano?

–Leí en un libro que probablemente el negro africano bantú, el mayoritario, sólo busque un empleo digno, una educación y una familia. En cambio, no el reconocimiento económico como prioridad. Esa es una parte buena de nosotros, pero son trabas para crecer en un contexto capitalista. En cuanto a ser ambicioso, es exigirse a uno mismo ser la mejor persona posible. Ganar dinero está muy, muy bien, pero no debe ser a toda costa. Hay formas éticas de hacerlo, aunque ganes diez en lugar de once. Es un tópico, pero el dinero te hace prisionero. Cuando he tenido más dinero no he sido tan feliz. En Southampton me compraba ropa cada sábado, pero creo que intentaba tapar otras carencias.

–He leído en tu blog: “Al no conseguir deshacerse de la mayoría de sus zapatos, optó por echar a su hijo de casa para así tener un cuarto donde guardarlos”.

–Exacto. No es cuestión de convertirse en un ermitaño, pero las cosas que tengas, que sea porque te facilitan la vida. Te lo dice alguien que se dedica a hacer ropa.

–Obama es con frecuencia objetivo de tu ironía.

–Es una persona muy buena, pero por mucho que quiera, está dentro de una gran maquinaría que funcionaba mucho antes de su entrada, y no tiene todo el poder. Y él debe mucho a personas que le han permitido llegar ahí, a las que no puede traicionar. Me alegro de que esté allí un negro, pero tampoco es el negro que podía ser Malcolm X.

–Un referente...

–Es un referente, a pesar de que parezca más violento de lo que es. Él habló en su etapa final de la unidad de las razas, pero en EEUU cada vez que alguien habla de la unidad se le mete un tiro. Unos dicen que le mataron por violento, pero Luther King no lo era y le mataron también. Me gusta más el estilo de Malcolm X. Luther King está bien pero antes está Marcus Garvey, otro gran hombre negro, jamaicano, que luchó mucho por los negros. También se acabó con él. Fundó periódicos, compañías de transportes... Hay muchos hombres que han luchado mucho, pero la cultura negra no se conoce. Yo la estoy empezando a conocer ahora gracias al libro de Liliam Thuram “Mis estrellas negras”. Es algo que tendría que conocer todo el mundo y el negro necesita leerlo para sentir que no es simplemente un segundón. Es uno más.

–No has dejado de ir 'al cole'. Eres velador en un colegio del Raval. ¿Sigues aprendiendo?

–Repaso cosas de primaria y a la vez aprendo a entender diferentes culturas y a ser paciente. A comprender por qué algunos niños son como son, según las circunstancias que le rodean, que son de lo más diversas. Aprendo a dejar de prejuzgar.

–¿Qué te preocupa de la educación?

–Nosotros mismos. Los padres que quieren al niño perfecto pero no le dan ejemplo en casa. Si no hablas con los hijos o delante de ellos, si no te fijas en qué cosas ves en televisión, si no lees un poquito más, etc., el niño no puede ser un hacha. Es trabajo no sólo de profesores y padres, sino también de los tíos y de cada uno que pasa por la calle, porque los niños somos nosotros.


Fotos: Marcos Moreno Teruel y Jacinto Elá

Entrevista Jacinto Elá (I Parte)

“¿Si los jugadores cambian de equipo,
  cómo no vas a cambiar tú?”




Jacinto Elá (30 años) es conocido mediáticamente como un chico cuya carrera se frustró cuando mejor aspecto tenía.

En Elevenfoot, además de su particular visión de un fútbol que considera sobredimensionado, hemos conocido las inquietudes de un exfutbolista que habla sin tapujos ni restricciones.

Desde la relajación moral que le da ser velador en un colegio del barrio del Raval y ayudar a chavales de toda condición, Jacinto se permite llevar a cabo una pasión: diseñar ropa en Malabona (faceta en la cual ha sido autodidacta).

Además, en esta entrevista en dos partes, hemos charlado sobre el fair play, las malas artes en el fútbol, sus gustos literarios y sus estrellas negras. Se considera un utópico que apuesta por una sociedad menos separada, que no sólo se una ante las cosas grandes, sino también para prestarse la sal. En la vida como en el fútbol, opina que “tan importante es ayudar como no molestar” e intenta que todo aquel que se encuentre con él “no se vaya peor de lo que vino”.

Una entrevista con el mensaje del hip-hop que tanto le gusta. Como él mismo dice: “Prueba no pensar. A ver si puedes. Si lo consigues, eres un fenómeno”.



 
Por Marcos Moreno Teruel 
@MorenoTeruel


–Persona, monitor, diseñador y futbolista. ¿En este orden?

–Bueno, yo ya no soy futbolista. Yo creo que dejé de ser futbolista cuando me empecé a aburrir con 24 años más o menos. Me refiero a cuando veía que no iba a conseguir ser profesional o llegar al nivel que esperaba. Se convirtió en un trabajo normal y yo tengo mucha pasión por el fútbol como para tenerlo como un trabajo normal.

–¿Sigues jugando o practicando deporte?

–Sí, los sábados sigo jugando en ligas de empresa porque al que le gusta jugar, tiene que hacerlo.

–Si son de un nivel medio bajo deben quedarse asombrados contigo.

–No, nos equiparamos. Esto funciona así. Cuando mejor juegas es cuando juegas en equipos buenos. Si estás en equipo de un nivel más bajo cuesta mucho más ser mejor jugador.

–¿Y no te luces de vez en cuándo?

–No. Siempre he jugado para divertirme y no me gusta humillar al contrario, juego con respeto y mi idea ha sido siempre ganar con elegancia. No siempre tengo la ocasión, pero a veces noto que hay cierta diferencia a mi favor y no lo hago.

–¿Es posible que te vea más risueño ahora que cuando te dedicabas al fútbol?

–He sido risueño siempre, pero dentro del campo he tenido esa especie de mala leche que realmente no iba con mi carácter. Era como jugar con una bipolaridad que a mí no me llenaba.

–Por eso escribiste en un artículo que los valores que tienes fuera del campo te resultan “imposibles de mantener” dentro de él.

–Claro. Hemos aprendido a jugar creando un personaje dentro del campo y otro fuera. Yo siempre he sido una persona tranquila y dentro del campo me transformo, aunque no del rollo 'mala fe', pero llega un punto en que te sientes agredido y tienes que ponerte fuerte ante insultos y patadas fuera de la relación con el balón, y de alguna manera lo sacas. Cuando me cansé de ese personaje dije que no quería jugar más. Me retiré antes de acabar dándole un puñetazo a alguno, porque no quería, por ejemplo, que mi hermana pequeña me viera haciendo eso y me daría vergüenza que mi novia pensase que yo soy así.

–También te recuerdo llegando al campo con los cascos puestos y cara de pocos amigos.

–Siempre me ha gustado escuchar música antes del partido para concentrarme. Es básica. Y en los desplazamientos me pasaba todo el camino leyendo en el autocar hasta la media hora antes de llegar, cuando me ponía música. Es fundamental para entrar y cuando hacía un buen calentamiento sabía que acabaría satisfecho con mi partido, aunque lo empezase mal. Cuando en la previa no me enchufaba decía: “Vaya calentamiento... Hoy me va a costar”.

–En categorias inferiores jugabas con la selección española. ¿La ecuatoguineana absoluta fue una cuestión de pragmatismo o sentimiento?

–Estaba claro que yo ya no iba a volver a la española y quería aportar algo al fútbol guineano. No aporté ni mucho menos tanto como yo quería, pero las condiciones de la selección me parecieron raras cuando vi a tantos jugadores brasileños, nigerianos, etc., nacionalizados para obtener una selección competitiva. A mí eso me parecía un club y me desencanté. Me encontré muy bien pero no era el romanticismo que esperaba.

–Has tenido una carrera atípica: Inglaterra, Escocia, una lesión grave, una retirada pronta..

–La gente me dice que he tenido mala suerte pero yo creo que pocos futbolistas han tenido tanta suerte. He conocido países, he aprendido idiomas, en algunas fases he ganado dinero (sin llegar a ser millonario) y lo normal en el fútbol es no llegar. Lo practican miles para 500 que jueguen en Primera. No todos los buenos llegan arriba, ni los vemos en la tele. Cuando empiezas, el 'no llegar' ya lo tienes, sólo queda cambiar a mejor, aunque cuando has estado tan cerca, duele. Pero te vas mentalizando y a mí en casa me han mantenido con los pies en el suelo.
 

–Así cuesta menos adaptarse...
 

–…a la vida normal. En casa no me han tratado nunca como una estrella. Me han preguntado qué tal pero nunca me han dicho “Qué buen partido has hecho” ni “Tienes que mejorar esto”. En mi casa no se me exigía nada y todos son trabajadores, igual que mis amigos, por eso yo sabía lo difícil que es ganar dinero, sea cuanto sea.
Elá con 19 años. Presentación Southampton.

–¿Qué tipo de jugador eras?

–Rápido, habilidoso y agresivo. En banda derecha, pero mis características físicas me permitían recorrer todo el campo. Bastante buen centro y sobre todo muy incisivo, como omnipresente. Siempre he tenido mucho empuje y he querido contagiar a los compañeros. No sé jugar en silencio sin animar a los demás. Nunca he sido el mejor en un equipo en el que haya estado, aunque tuviera cosas muy buenas, pero lo parecía porque contagiaba mucho.

–La experiencia de Inglaterra es agridulce para ti.

–¿Sabes cuando tiras una bola de papel a la papelera desde seis metros y nadie te está mirando? Así me sentía yo en aquellos entrenos. Llegó un entrenador, Gordon Strachan (seleccionador actual de Escocia), que me ninguneó porque en su día me quiso para el Coventry y yo renové con el Espanyol. Yo estaba a un nivel increíble, de verdad, increíble, pero nadie lo veía. Había aprendido a tirar desde fuera del área, había mejorado una barbaridad el centro, también el regate, la potencía física, la técnica y el control... Él, que incluso me había regalado la camiseta del Coventry, hizo como si no me conociera.

–Y quisiste irte.

En el mercado de invierno del primer año escribí una carta al presidente diciéndole que me quería ir cedido sí o sí, que me daba igual el dinero. No se la llegué a entregar porque todavía no tenía un buen inglés. En el segundo año me fui cedido al Hércules porque no quería estar un año con ese hombre. También fui impaciente, porque me veía desperdiciado jugando cada martes o miércoles con el 'reserve team', donde me enfrentaba con buenos equipos reserva pero no figuraba en ninguna parte y fuera de Inglaterra era como si no existiera. Creo que fue una decisión malísima por la situación del Hércules y que tenía que haberme quedado el segundo año en Southampton para demostrarle que podía. Que podía aguantar ese menosprecio y que a la fuerza me tendría que poner porque la gente me pedía. Pero necesitaba demostrar mi nivel en alguna parte.



Foto del último día en el Southapmton

–Esta me gusta... Dijiste en una entrevista que Piterman, con quien coincidiste en el Alavés, es un genio. ¿Por qué?

–Porque hace lo que le da la gana y consigue que sientas una especie de síndrome de Estocolmo con él. Tiene un talento especial. Te tiene ahí, como secuestrado, y hace que le cojas cierto cariño. Hay cosas que no me gustan de él, como que en el Alavés nos tuvo cuatro meses sin cobrar, pero ya estaba acostumbrado a que en España se cobra mal y tarde. Lo que pasa es que cuando se ensañan tanto con alguien, aunque haya motivos, tiendo a pensar... ¿Por qué? ¿Por qué tantísimo? Y la prensa de Vitoria lo hacía por cualquier cosa. Me alineo con el que está avasallado. El linchamiento general era muy sospechoso. Además subió el equipo a Primera.

–Eres muy crítico con todo y el fútbol, como hemos visto, no se escapa de eso. ¿Reniegas de la maquinaria?

–Más que renegar, me parece una pantomima. Cuando se le da tal importancia a algo que no tiene tanta y el aficionado, lo siento por todos, se siente tan importante... Aunque dentro del fútbol lo es, pero no se le tiene en cuenta para nada y en España menos. Como se ha establecido esto de que un aficionado tenga que servir a un equipo a vida o muerte, sí o sí, el fútbol se sostiene sobre eso.

–Por eso, de broma, te llaman chaquetero.

–Eso es. Y soy, entre comillas y modestia aparte, el más inteligente de los aficionados. Aplaudo al que me gusta. ¿Por qué aplaudir a un equipo que no me gusta? Si Denzel Washington hace una película mala diré: “¡Vaya truño de película!”. Estos es un espectáculo y, a muerte, si tienes que elegir, sólo puedes ir con tu familia, tus amigos... y aún así tampoco. Hay gente más fiel a su equipo que a su novia y no se lo replantean. “Es que hay que estar a las buenas y a las malas”. ¿Pero qué me estás contando? ¿Si los jugadores cambian de equipo, cómo no vas a cambiar tú? Si a ti ni te pagan. Dicen: “No, es que hay que apoyar e ir a los campos, porque están vacíos”. Y los jugadores dicen: “No, no, el que venga a silbar que no venga”. ¿Sólo hay que aplaudirte? Pues vaya fenómeno que estás hecho. ¡Ni que fuera tu abuela, yo! Ja, ja. Y la gente se lo cree.

–Pero en general eres 'perico'...

–No. Soy simpatizante del Espanyol pero no te podría decir ni su once titular. Y cada vez veo menos partidos de fútbol. Veo el Barça porque juega increíble. Además, no tengo tele. Pero con el Barça... a veces les exijo tanto a esos jugadorazos que me quedo insatisfecho. Pero otras veces (dice entre risas) piensas... “Estos juegan a otro deporte, mejor no jugar a fútbol porque para acercarte a lo que hacen estos...” Pero baso mi opinión en lo poquito que veo, porque de repente veo al Rayo Vallecano y pienso: “Madre mía, cómo juegan”. Que les salga o no es una cosa, pero todo lo que son movimientos, circulación del balón y conceptos, son buenísimos. Se ve un equipo trabajado, porque tampoco tienen jugadores increíbles.

–Y si los tienen, se los llevarán.

–Exacto. Y también veo el Madrid para ver si pierde. Como no soy del Madrid y veo que juegan a machacar y no me... Ellos ganan, pero ¿qué gana el que está mirando?

–Hay un tópico: “Todas las opciones son igual de válidas”.

–Sí, totalmente. Porque todos no pueden jugar como el Barça. Pero a mí lo que no me gusta es que intenten estafar. Explicaré qué quiero decir con estafar: limitarse a empezar a jugar en la línea de tres cuartos, tirar un balonazo y a partir de ahí, el rechace. Para eso, ves la Segunda B. Son formas de entender el fútbol, pero lo que a mí me molesta es que se justifiquen diciendo que han ganado. Al menos que intenten mostrar algo más, para que la gente vaya al campo. Hace tiempo fui a ver un partido del Mallorca contra otro equipo de media tabla y pensé: “¡Vaya ruina! ¡Y esto es Primera División!”. Normal que la gente no vaya cada sábado, porque el fútbol es un espectáculo.





–¿Por qué están mal vistos los deportistas que tienen ideales para mejorar el país o la sociedad, y tan bien vistos los que se llevan el dinero fuera de España?

–Porque a la gente no le gusta pensar o preguntarse cosas. Entonces simpatizan más con el que no opina que con el que opina. Pensamos que cuando alguien tiene una opinión diferente a la nuestra es diferente a nosotros, o un enemigo. Y no. A mí me encanta que me lleven la contraria y hablar con quien piensa de otra manera, si me respeta. Luego se quejarán de que los futbolistas siempre dicen lo mismo. Caparrós decía en Panenka que los futbolistas se tienen que preparar la rueda de prensa. Y en cierto modo, sí. Si no vas a decir nada, no hables.

–Puyol comentó que dice cosas típicas para que no se hable de sus ruedas de prensa.

–Para no crear polémica está bien, pero hablar por uno mismo no significa crear polémica. Es una paradoja hablar para que nadie comente lo que has dicho.
Hay algunos futbolistas como Kanouté o George Weah que son diferentes. Los africanos suelen hablar de otra manera, quizás porque han crecido en un entorno donde las cosas no son tan fáciles y sienten la necesidad de hablar en nombre de la gente que les sigue. Pau Casals, de quien habría que hablar más, aparte de ponerle calles, decía que se debía al mundo como artista y un artista no puede pasar por el mundo sólo haciendo su arte. Uno tiene que expresar su opinión en nombre de lo que él considere el bien, en favor de la gente que no tiene voz. Porque si las personas no tuvieran detrás a sus seguidores, no serían ricas ni tendrían tantos privilegios. Así funciona la publicidad y todo en general. Si no, mira el Pistorius este... 'el Pistolas'. Este para mí era una leyenda y ahora...

–¿Cómo está el precio del humo, “en alza”?

–Gusta mucho esa maldita frase de “Enciendo la tele y veo esto para no pensar”. ¿Qué problema hay con pensar? ¿Quién te ha dicho que pensar sea malo? Las portadas de la prensa deportiva te permiten pensar en tonterías. Y Deportes Cuatro también, con sus vídeos editados con Windows Movie Maker.  Prefieres alterarte con cosas intranscendentes. Y los que hemos estado en el fútbol o lo vemos de otra manera sabemos que todo eso son minucias. Que si las botas nuevas, que si se reúnen los capitanes para comer...

–Sólo faltaba que ayunaran.

–¡Claro! “Comida de hermandad”... ¡Tío, si en tu empresa también hay de eso! En España se llena un diario entero. En Inglaterra no puedes meter tanto sólo de fútbol. No hay tantas noticias. Yo espero que el futuro sean estas revistas semanales o mensuales. Lo que me dice un periódico ya lo sé por la radio, la tele o internet.


Acerca de Jacinto Elá
Jacinto Elá (30 años) es un ex futbolista nacido en Añisok, Guinea Ecuatorial. De muy pequeño, sus padres se trasladaron a Fuerteventura (Canarias) y antes de los 10 años llegó a Sants (Barcelona), donde ha vivido siempre, exceptuando el tiempo de su periplo por el Reino Unido. Su gran proyección cuando estaba en las categorías inferiores del Espanyol (1996-2001) le permitió fichar por un equipo de la Premier League inglesa (Southampton, 2001-2002 y 2003-2004), donde cayó en manos de un entrenador un tanto rencoroso, de ahí que quisiera marchar cedido a toda costa, renunciando a la mitad de su sueldo. Su andadura por los clubes españoles tampoco fue satisfactoria ni como cedido, ni después de abandonar su último club en las islas británicas, el Dundee United (2005-2006). Llegó una grave lesión (rotura de ligamentos cruzados) y los problemas económicos casi inherentes al fútbol español le impedían cobrar con normalidad en casi cualquier club. Elá siguió jugando en algunos clubs modestos hasta que se cansó de “la bipolaridad del fútbol”.


Fotos: Marcos Moreno Teruel y Archivo de Jacinto Elá 

‘O noso derbi’ por la permanencia



Llega la vuelta del derbi gallego o de, tal y como se denomina en Galicia al choque que enfrenta al R. C. Deportivo de la Coruña y al R. C. Celta de Vigo, “O noso derbi”, y lo hace en un momento crítico para ambos equipos, que se encuentran en los puestos de descenso a Segunda División.

El partido, que corresponde a la vigésimo octava jornada de la liga BBVA, se celebra esta noche a las 20.45 horas en el Estadio de Riazor. Los grandes gallegos, que vienen de hacer buenas actuaciones frente a F. C. Barcelona y Real Madrid, no sólo se juegan la revancha por el empate cosechado en la ida en Balaídos, sino también el tener el objetivo de la permanencia más cerca.

Para el Celta, penúltimo en la tabla, ganar en A Coruña supondría abandonar el farolillo rojo. Además, las visitas de dos rivales directos, Mallorca y Zaragoza, al Santiago Bernabéu y Sánchez Pizjuán respectivamente, podrían dar un respiro a los de Abel Resino para afrontar, en Vigo, la próxima jornada frente al F.C. Barcelona, líder de la categoría.

La situación del combinado local es más complicada y no conseguir los tres puntos frente conjunto olívico podría suponer un billete directo a Segunda División. Los de Fernando Vázquez, que se sitúan primeros por la cola clasificatoria, no conocen la victoria desde hace nueve jornadas, cuando la consiguieron por la mínima frente al Málaga. De los últimos 27 puntos en juego, los herculinos sólo consiguieron 2, que suman 17 en el total de la competición. La clave de la salvación, a falta de tan sólo 10 jornadas, empieza por ganar al eterno rival en casa, como inyección de ánimo para viajar a Palma de Mallorca.

Ambos conjuntos acuden al duelo regional con bajas. La rotura fibrilar de Álex López durante el pasado encuentro liguero deja en jaque al mediocampo celeste, que ya se había visto mermado por la lesión del valenciano Natxo Insa. Los blanquiazules, por su parte, se ven afectados principalmente en la línea defensiva, que cuenta con las bajas de Laure, Zé Castro y Kaká. Tampoco se recuperará a tiempo el pivote defensivo Jesús Vázquez y Salomao es duda, después de tener que abandonar la última sesión de entrenamiento debido a unas molestias en su muslo derecho. La buena noticia es que vuelve Riki, referente ofensivo y máximo goleador deportivista, con 9 tantos. También reaparece Marchena, tras cumplir su sanción.

La balanza del pasado se inclina hacia los locales. Los 16 triunfos blanquiazules se imponen a los 7 celestes que, sumados a 8 empates, conforman la estadística de los clásicos gallegos en Primera División. Sin embargo, el futuro es tan incierto como grande es la tensión típica de los duelos que pugnan por el orgullo gallego.

Lo que es seguro es que será una de las fiestas del fútbol gallego más tristes de la historia. El drama que implica la lucha por la permanencia.

Por Ana Álvarez de la Iglesia

El dilema Valdés


La noticia cayó como una bomba en Can Barça. Ahora no lo parece, pero hasta hace pocas semanas el entorno del FC Barcelona vivía en una balsa de aceite: a pesar de la ausencia de ‘Tito’ Vilanova por enfermedad, el equipo había batido todos los récords en la primera vuelta de la Liga, el juego era inmejorable, Messi brillaba, el conjunto funcionaba en todas las líneas, tanto en defensa como en ataque, tanto con los titulares como con los suplentes… Todo iba a las mil maravillas, hasta que en el mes de enero los representantes de Víctor Valdés dejaron caer la bomba, dinamitando el oasis culé: el portero titular del considerado mejor equipo del mundo había decidido romper las negociaciones para su renovación y le ponía fecha de caducidad a su presencia bajo la meta azulgrana: junio de 2014. La vida progresa a base de ciclos, a veces perfectamente circulares: Andoni Zubizarreta, director deportivo del FCB Barcelona y antigua leyenda bajo los palos del Camp Nou, se quedaba de piedra al ver la reacción del entorno del Valdés y ser consciente de la ardua tarea que le esperaba por delante al tener que buscarle un sustituto de garantías.

19 años atrás, el FC Barcelona tampoco lo tuvo fácil para encontrar un recambio del mítico ‘Zubi’. La contundente derrota en la final de la Champions de 1994 ante el Milan (4-0) supuso el entierro del Dream Team de Johan Cruyff, y su primera víctima fue el guardameta vasco, que tuvo que salir por la puerta de atrás. Durante años, varios porteros probaron en sus propias carnes la enorme presión que supone defender la meta de un equipo que ataca y ataca y que debe protegerse bien en las pocas ocasiones que llegan a su área. Busquets padre, Angoy, Lopetegui, Vitor Baia, Hesp, Arnau, Dutruel, Reina, Bonano, Enke, Rustu, Jorquera… Todos ellos lo intentaron pero, por mala suerte, falta de confianza o escaso de rendimiento, ninguno fue capaz de consolidarse, quizás con la excepción del holandés Hesp, en ese complicado puesto. Ninguno hasta que en 2002 subió al primer equipo un hombre de la casa: Víctor Valdés. Su fuerte carácter, una de sus grandes virtudes, estuvo a punto de convertirse en un defecto que podría haber finiquitado su carrera cuando no acató y se rebeló contra la decisión de Louis Van Gaal, el primer técnico que confió en él y que le quiso dar un toque de atención devolviéndole durante unos partidos al filial. Superado aquel roce gracias a la mediación del presidente Joan Gaspart, todos los entrenadores que han ido pasando por el Camp Nou (Radomir Antic, Frank Rijkaard y Josep Guardiola) no han dudado en confiar en el de L’Hospitalet. Sus números en estas 11 temporadas hablan por sí solos: ya es el portero que más partidos oficiales ha jugado con el Barça –en agosto de 2011, superó los 410 de Zubizarreta en otro guiño del destino–, ha ganado cinco Trofeos Zamora (cuatro de ellos de forma consecutiva) y de forma colectiva ha conquistado 4 Ligas, 2 Champions, 1 Mundial de Clubes, 2 Copas del Rey, 1 Supercopa de Eurocopa y 4 Supercopas de España. 


Desde hace tiempo, ya nadie en Can Barça pone en duda que Víctor Valdés es el portero ideal. Es de los pocos en su puesto que es tan hábil usando las manos como los pies, algo vital en el juego del Barça y que ha ido perfeccionado año tras año desde que ingresó en La Masia cuando tenía 10. Su fortaleza en el uno contra uno, gestionada con una gran paciencia que le permite irse al suelo en el momento adecuado, y sus grandes reflejos han acortado la distancia que en algunos momentos parecía insalvable con Iker Casillas. Esas cualidades le han consolidado, a sus 31 años recién cumplidos, como un portero de primer nivel mundial, aunque quizás su personalidad no le convierta en el jugador más querido para la exigente afición culé. Posiblemente, haya sido este aspecto, el no sentirse tan valorado y apreciado como otros compañeros de vestuario, lo que hizo inclinar la balanza de Valdés hacia el no cuando recibió la propuesta de renovación del club. A nivel deportivo, su salida es difícilmente justificable ya que hay pocos equipos como el Barça que puedan aspirar siempre a ganarlo todo. A nivel económico, sí es más entendible que pueda tener ofertas suculentas de otros clubes más poderosos extendiendo cheques que ganando títulos. A nivel emocional, sólo él y su entorno más cercano pueden conocer la verdad. 


Con el no sobre la mesa, la pelota está ahora en el tejado del FC Barcelona, que se enfrenta a un triple dilema: convencerle para que siga; buscarle ya un sustituto para la próxima temporada y así poder cobrar un traspaso, o exprimir sus cualidades hasta el final de su contrato. El Barça no es un club vendedor, nunca lo ha sido, y abordar el problema de Valdés desde un punto de vista meramente económico sería un gran error. En cambio, mantenerlo hasta el final de su contrato, tiene más ventajas que el mero inconveniente de dejar de ingresar una suculenta cifra con muchos ceros. 


Tras conocerse su decisión, se llegó a pensar que su actitud podría desestabilizar al vestuario, ponerle a la afición en contra y hacer que bajara su rendimiento. Nada de eso ha pasado. VV ha mantenido su mismo nivel, sus compañeros siguen confiando en él y los aficionados le premiaron con el aplauso en el primer partido que jugó en Camp Nou tras saberse que no seguiría… quizás esa fue su forma de compensar esa cariño que, en ocasiones, el guardameta ha podido añorar.

Ante este panorama no podían faltar los rumores y no tardaron en hacerse las primeras listas con candidatos a sustituir a Valdés. David De Gea (Manchester United), Vicente Guaita (Valencia), Pepe Reina (Liverpool), Andrés Fernández (Osasuna), Marc André ter Stegen (Borussia M’Gladbach), Manuel Neuer (Bayer de Múnich), Hugo Lloris (Tottenham…)… Todos ellos han sonado en alguna ocasión y parece que dentro de esta lista podría estar el futuro dueño de la portería del Camp Nou. 


Nadie puede poner en duda que todos ellos son metas de extraordinaria calidad, pero no es menos cierto que ninguno es tan completo como VV, que, además, tiene en su haber una cualidad de la que los demás aún no pueden presumir: ya ha demostrado que es capaz de soportar la presión que genera el Camp Nou sobre su portero. Es por ello que si el Barça quiere seguir disfrutando de esta tranquilidad bajo sus palos haría bien en hacer todo lo posible para convencer a Valdés para que dé un paso atrás en su decisión. El no ya lo tienen, ganarse el sí sería el mejor de los regalos para el tan temido ‘entorno’ culé.

Por Rafa Jiménez
Ilustración: Luis Gaspardo

Habemus fútbol


Siempre en términos futboleros escuché decir la frase Dios es Argentino, especialmente cuando ganábamos ‘con un culo así de grande’. 
Hoy con el humo blanco todavía flotando en el Vaticano surgían también en Twitter frases como: tenemos a D10s, al MESSIas y ahora nada más y nada menos que un Papa de San Lorenzo... (OMG quien aguanta a Viggo ‘Aragorn’ Mortensen y a Tinelli)

Más allá de todo esto, seguimos teniendo la suerte de que esta semana podemos presentar nuevas firmas que escribirán para ElevenFoot y digamos que en los tiempos que corren, con el esfuerzo que nos lleva sacar adelante este emprendimiento, es un orgullo para nosotros saber que aparece gente nueva que quiere colaborar con nosotros porque cree en nuestro proyecto. 
Eso sí que para nosotros es un milagro.

Aquí la primera de José Peña Fierro.


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Hoy, cuando en cuestión de minutos hemos conocido que había fumata blanca y que tendríamos un nuevo Papa, es más visible que nunca el alcance que tienen los medios de comunicación y las redes sociales en la sociedad actual, y las influencias que poseen sobre los ciudadanos. Esto podemos observarlo en todos los deportes, y sobre todo en el fútbol, por ser el más retransmitido, el que más gente mueve y por tanto, del que más beneficio obtienen los medios. Las redes sociales influyen en gran medida en el cambio que se viene produciendo con respecto al concepto futbolístico que tienen los receptores, que no son otros, que los propios seguidores de los distintos equipos.

Es oír el silbato del colegiado y comienzan las declaraciones. Las salas de prensa y las zonas mixtas se llenan de periodistas, y cada vez más, de futbolistas que buscan su minuto de gloria, su titular en la portada de los grandes medios deportivos. Desde que los medios de comunicación se extendieron y sobre todo desde la aparición de las redes sociales, el fútbol ya no es fútbol. O al menos ya no se habla de fútbol. Los nuevos medios han propiciado que un cruce de manifestaciones, un error arbitral o un insulto desde la grada, llegue a millones de personas en un abrir y cerrar de ojos. El fútbol se ha abandonado a merced de lo anecdótico. Son pocos ya  aquellos que aún siguen ilusionados ante el espectáculo futbolístico, ante el despliegue de fútbol realizado por los equipos. 


Lo más jóvenes no hemos tenido la oportunidad de vivir el fútbol como nuestros abuelos nos cuentan, de ese ambiente que se palpaba en las calles ante un partido importante. Han desaparecido las clásicas tertulias teníamos con nuestros compañeros cuando  llegábamos  al colegio, al trabajo o cuando íbamos a tomar el café. Desde hace unos años, la gente expresa todo por las redes sociales. Es más fácil caer en el insulto, se ha eliminado la verdadera esencia del fútbol. Se busca la pelea, el conflicto con otros usuarios de esta red de comunicación. Se ha olvidado qué es el fútbol.


¿Dónde quedan esas tardes de domingo, con los amigos, sentados en el sofá para ver el fútbol? Donde juntos podíamos saborear las mieles de la victoria y el sabor agrio de la derrota desde nuestras casas o desde el bar típicamente futbolero que hay en todo barrio. Ahora nos centramos más en tuitear un fuera de juego mal anulado, en un penalti no señalado o en insultar a un futbolista por lo que ha dicho en cualquier medio. Nos aislamos, dejamos a un lado las relaciones de amistad y de rivalidad que crea este maravilloso deporte. 


Por tanto, es necesario recapacitar y recordar el aspecto lúdico del fútbol, que nos entretiene, que nos ilusiona y nos arrastra hacia sí, con una fuerza insospechada. Debemos abandonar la actual forma de entender lo que rodea al fútbol, que no solo influye en los aficionados, sino que también condiciona el rendimiento de los propios futbolistas. Tenemos que abandonar la “prensa rosa” del fútbol y centrarnos en lo que reamente importa: EL FÚTBOL.


Por José Peña Fierro