Por Marcos Moreno T.
Periodista español.
Vive en Barcelona.
Corresponsal del Diario Sport en Sta. Coloma de Grnet.
Encargado de sección ‘Tercera’ en www.lajornada.cat.
Colaborador en Saque de Honor de Radio Alternativa Barcelona.
Ex Don Balón
Ex Radio Marca Barcelona.
La cultura que ingerimos desde que nacemos, desde que papá y mamá nos explican el primer cuento entre los barrotes de una cuna, la absorbemos mejor cuando el narrador contrapone a sus protagonistas y los divide en buenos y malos. Cuanto menos, en enemigos. Una dulce e inocente niña es más dulce cuanto mayor es la boca del lobo. Ya más creciditos, nuestro superhéroe preferido es mucho más fuerte y admirable si su antagonista es malévolo y despiadado. En muchos trabajos, la unión entre compañeros se consolida con el enemigo común de un jefe déspota, sea su mezquindad hipérbole legendaria o “fruto de la falta de sexo”, como tienen a bien decir los más asqueados del trabajo. Definitivamente, nos gusta pensar que hay malos y punto. Los hay que tiran incluso hacia la idea hobbesiana de que la naturaleza nos hace malos a todos; Plauto ya lo explicaba en La comedia de los asnos.
Resulta curioso entonces que el entrenador al que toda España ha escogido en las últimas décadas para personificar al Diablo sea conocido como Clemente, pues la clemencia se le debe de suponer con su familia y nada más. Como todo el mundo conoce, Clemente empezó a pisar fuerte en esto de la cultura popular cuando surgió el primer antagonista que fue capaz de aguantarle dos rounds: Manolo Sarabia. Ya había pisado con fuerza el césped, donde se hizo un habilidoso héroe hasta que Marañón le hiciera mártir con una durísima entrada. Si el baracaldés hubiese sido un músico, habría empezado a vender discos a partir de aquella acción pero, como era futbolista, debió meterse a míster para no caer en el olvido.
Así las cosas, Clemente apenas superaba la treintena cuando se hizo cargo del primer equipo del Athletic y expuso una afirmación que hoy a muchos les sorprenderá leer: “El equipo saldrá a morir, a ganar todos los partidos: yo no entiendo eso de salir a empatar o a perder por la mínima”. La frase la recogía el periodista Patxo Unzueta el día 1 de julio de 1981. Si bien es cierto que los años cambiaron sensiblemente su forma de ver el fútbol, lo que podría parecer una contradicción entre palabras y hechos no es sino la demostración de su ecléctica personalidad. Ese ser tan 'oscuro' fue joven un día y pensó como la mayoría de los aficionados.
“El equipo saldrá a morir, a ganar todos los partidos:
yo no entiendo eso de salir a empatar o a perder por la mínima”
Javier Clemente Dixit (01/07/1981)
Tal vez tener más experiencia que la mayoría de nosotros le haya hecho aprender cómo se debe jugar cuando se tienen según qué herramientas. Hace poco, tras fichar por el Sporting de Gijón, ha manifestado: “No tengo tiempo para pensar en cómo jugar bonito”. Eso es todo, algo se lo impedirá, pero no renuncia a ello de por vida, a pesar de que está viciado y sería complicado verle cambiar.
“El equipo saldrá a morir, a ganar todos los partidos:
yo no entiendo eso de salir a empatar o a perder por la mínima”
Javier Clemente Dixit (01/07/1981)
Tal vez tener más experiencia que la mayoría de nosotros le haya hecho aprender cómo se debe jugar cuando se tienen según qué herramientas. Hace poco, tras fichar por el Sporting de Gijón, ha manifestado: “No tengo tiempo para pensar en cómo jugar bonito”. Eso es todo, algo se lo impedirá, pero no renuncia a ello de por vida, a pesar de que está viciado y sería complicado verle cambiar.
El principal problema del de Baracaldo con la opinión pública es que rompe tópicos. Obvia el contexto y se centra en el hecho. No dudó en afirmar que los mejores no tienen por qué jugar de inicio, que a veces es más provechoso sacarlos al final, cuando el resto de los compañeros ya han realizado un trabajo menos vistoso pero necesario y el rival se ha desgastado. Esos fueron sus primeros conflictos con un Sarabia que desde el banquillo no entendía nada, aunque luego se acrecentarían y tirarían por otros derroteros. Hace unos días, antes de conocerse su fichaje por el Sporting, afirmó en la revista Quality Sport que Bielsa no ha ganado nada aún, que Guardiola no sería considerado el mejor del mundo en el Zaragoza, que le gustaba más su selección española que la actual y, ojo al dato, que por echar a Preciado no iba a cambiar nada en el Sporting. Todas esas afirmaciones excepto la última tienen dos cosas en común: 1- Las utilizó para tener razón, como todo aquel que argumenta, por lo que las interpreta como más le conviene. 2- Son verdad desde ya, y eso es innegable por muy absurdas que puedan parecer. Ahora ha de luchar para que la última no sea verdad a final de temporada.Y así, darse el gusto de volverse a contradecir, por una buena causa.
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