Entrevista Rafa Pons (II Parte):


“Intenté cambiar un billete de AVE para ver un Barça-Chelsea”

–¿Cómo ve un culé como tú la Champions de este año?

–Lo que veo yo es que el Barça es imperfecto. Y eso, no me preguntes por qué, me da sensaciones positivas. Es la primera vez en seis años en que todo el mundo está diciendo que el Barça no es favorito y el equipo está como raro, porque han pasado muchas cosas, pero todo está adquiriendo la estructura de un guión de Hollywood: el equipo empieza bien, pasa una mala racha, parece que se va a perder todo y al final, ganan. Yo soy muy de cine y confío en eso. Lo veo complicado, pero creo que eso se convertirá en un punto a favor. Estamos acostumbrados a ser favoritos...

–… y luego te pasa como contra el Chelsea (2011-12) o el Inter (2009-10)...

–Yo el del Chelsea me lo perdí. Tenía un billete de AVE e intenté cambiarlo, pero me salía por 200 euros y no está el horno para hacer historias de rock'n'roll. Lo tuve que oir por la radio. Fue horroroso. Y llegaba el Madrid, además, lo que pasa es que al día siguiente perdió contra el Bayern y fue un alivio (risas). Tengo amigos del Madrid y a cualquier otro equipo español le deseo que avance pero... como los buenos del Barça, o los buenos madridistas en el caso contrario, quiero que el Madrid pierda hasta en los entrenos.

–¿Y qué te parece Tito Vilanova como entrenador?

A mí me gusta mucho. A título personal, evidentemente, es una putada lo del cáncer y tiene un gran mérito cómo lo ha gestionado. Pero en lo deportivo también ha sido una faena, porque le iba bien. Como aficionado, desde fuera, pienso que Guardiola es muy exigente, con un punto a lo Bielsa. Y mi sensación, de carajillo de bar ¿eh?, es que los jugadores estaban super agradecidos y era un líder brutal, pero que estaban un poquito hasta los cojones porque es un tío muy exigente. Entonces llegó Tito y... estaban muy relajados. Dentro de que la relajación lleva a otro tipo de cosas, el principio de temporada me pareció brutal. Lo único que no me gustaba era que no jugase Villa, pero ahora ya va jugando.

–Y ahora que dices lo de Villa... ¿eres de los anti-Alexis o de los pro-Alexis?

–A mí, lo que  me pasa, tengo que dejarlo claro, es que mi jugador favorito del mundo entero es Pedro. Pero desde siempre. Desde que estaba en el Barça 'B'. Lo digo de verdad, de corazón, y tuve el honor de conocerlo y se lo dije. De hecho, pasó que la temporada en la que Pedro dio el salto definitivo, cada vez que metía un gol, yo recibía como seis o siete mensajes. En la semifinal del Mundial 2010, cuando jugó como titular contra Alemania e hizo una primera parte de locos, recibí como diez mensajes de amigos de todas partes que decían: “Perdona por haber dudado de él”, etc.

–Al principio siempre se le atribuía todo a la suerte, como si marcase con el culo.

–Exacto, y me da rabia lo que suele hacer la prensa, tanto la de aquí como la de allí, con otros jugadores. Algunos son muy pajilleros. De Giovani dos Santos decían que era el nuevo Ronaldinho y en cuanto marcaba un gol con el filial, lo ensalzaban. Con Pedro, era todo lo contrario; de repente marcaba un gol en la Supercopa, otro en la Supercopa de Europa... Y todo el mundo decía: “Bueno, es un jugador de equipo, un perfil menor”. ¡Pero qué perfil menor, si es impresionante! Y a amigos míos también les pasaba: “No desborda”. “¿Que no desborda? ¡Toma desborde!” Y así, me fui creciendo mucho en bares, defendiéndolo...

–...y te salió bien.

–Lo estaban condenando a ser un jugador de perfil bajo sólo porque es un tío normal. Y no. Tenía y tiene una definición... De hecho –esto es una impresión muy personal–, diría que Guardiola pierde la liga el año pasado por no apostar por Pedro al final. Venía de una lesión, estaba más flojo, y en el famoso partido contra el Madrid, en el que perdimos, ya estaba Pedro y no jugó. Y tras la final de Copa del Rey contra el Athletic de Bilbao, donde empezó marcando él, Guardiola sale en la última rueda de prensa y comenta que le dijo: “No sé por qué no te he hecho jugar más”... ¡Y ahí lo dejo! (Risas). Por cierto, Alexis me gusta ¿eh? Tiene mucha presión porque quiere ser un crack y habrá que ver si la aguanta.

–Una persona a la que admiras bastante, Quique González, es un gran madridista.

–Sé que es futbolero y hemos coincidido alguna vez, pero la charla de fútbol no se ha dado. Él es un referente musical y en la manera de enfocar este asunto. Me encanta como artista, pero también el honor con el que ha peleado y con el que ha defendido una manera de hacer.

–Jugando a ser ojeador, recomiéndame a 'Pedros' de la música que no tengan el reconocimiento merecido.

–A mí me gusta mucho 'Proyecto Jass', un cantautor de Murcia con un estilo parecido al mío. Mujeres que entienden de aviones, producido por Lichis, que está en Spotify, es un discazo. Y otro discazo es el que sacó el año pasado Alejandro Martínez, “Orgullo”, y también está en la red.



–Se te ha ido a vivir lejos un buque insignia de la banda como el bajista Noriega.

–Sí, ya va a hacer dos o tres años que se me ha ido a Pamplona, pero sigue viniendo para los conciertos con banda. Está en el proyecto. Lo malo es que se me han acabado los carajillos entre semana.

–¿Qué jugador de fútbol sería?

(Delibera concentrado). –Sería Puyol. Sí, Puyol. Le pega mucho. Corazón y cojones. ¡Aunque es madridista, por cierto! Los clásicos comentados con él, vía chat, son una maravilla.

–Una de autocrítica. ¿Cuál crees que sería el defecto que quizás no se atrevería a decirte un fan?

–Es buena, esa pregunta... Imperfección hay mucha, pero quizás... Ni canto muy bien, ni toco muy bien. Soy muy desastre en el escenario, me equivoco en cosas y la gente es muy buena y muy tolerante con eso.

–Pero el compendio llega y resulta.

–Va colando, ja, ja. En general la gente tiene muchas ganas de que no sea tan difícil el darse a conocer. Les gustas, te apoyan y respiran aliviados cuando, por ejemplo, salimos en un periódico. Hay quien no, hay quien quiere ser el único que te conoce y a la que creces un poco, siempre hay alguien que se enfada cuando planteas un salto: de bares a salas, de salas al Palau...

¿Te tienen como un bonsai?

–Sí, ¡como un bonsai! (ríe). Pero en general es lo contrario, te dicen “Hostia, por qué no te ponen en tal radio” o “Vi en la tele a 'no sé quién' y me gustaría que te invitasen a ti”. La gente quiere que te vaya bien.

–Y ahora trabajas en el nuevo disco.

–Sí, yo decía que el concierto del Palau era de fin de gira o de fin de carrera, dependiendo de cómo fuera. Parece que no ha sido de fin de carrera y que va a haber vida y otro disco. Ahora toco en una gira tranquila, acústica, que se llama 'Preliminares'. Voy tocando alguna canción nueva y chequeándola, aunque le pido a la gente que no la suba a Youtube para que guardemos la sorpresa. Y ultimar el disco, escoger el título y esas cosas, nos llevará hasta el verano. A finales de verano lo grabaremos y la idea es que salga a finales de otoño.


 

–Supongo que ese disco ya tiene un camino hacia un estilo...

Sí, pero no tan claro... Yo pensaba que iba a ser un disco más tranquilo porque el anterior (Persona,  animal o cosa) era muy visceral, muy de dentro, con hiel, con una actitud eminentemente rockera. Pero revisando el global, no sé yo... Este también será contundente, en cuanto a letras... ¡Creo! Igual luego lo cambio todo en una semana.

–Elige uno de tus tres discos.

–Yo creo que el mejor es el último (PAOC). El primero (Mal te veo) es un grandes éxitos de bares, es el repertorio que me lleva a dedicarme a la música y la producción es una orgía: si había una rumba, había ochenta percusiones. El segundo (Insisto) es un disco más sobrio, con la responsabilidad de pensar si a la gente que le gustó el primero le gustaría también el siguiente. Estoy orgulloso de que sea más sencillo, pero son decisiones que obedecen más a etapas. El tercero, al ser ya un equipo formado, fue un “Nos gusta tocar en directo, pues vamos a grabar en directo”. Ya sabíamos un poco más cómo queríamos hacer las cosas y las canciones fluyeron más 'desprejuiciadas', sin pensar tanto.

–¿Escuchas tus maquetas?

–No. Aunque sí he rescatado alguna canción para los discos. Pero la gente las conoce ¡y te las coloca al mismo nivel que los discos! Es muy gracioso, porque la mayoría están grabadas en casa y muy mal, sobre todo las dos que circulan. Te gastas una pasta en hacer un disco y, de repente, gusta algo del Youtube con un audio horroroso. Al final, a la gente le gustan las canciones.

–Siempre me he preguntado si los músicos se escuchan a ellos mismos en casa.

Yo lo hago mucho en esta fase, cuando empiezo a grabarme canciones, y cuando sale el disco. Pero muy pesado, de psiquiatra. En algún momento soy mi primer fan y, si escuchándome me ha aburrido un tema y he hecho algún cambio, creo que he acertado. Primero me tiene que gustar a mí. Luego, ya no lo escucho. Si me subo en el coche de un amigo y el disco está en su primer año le digo: “Tío, cámbialo”. Aunque cuando han pasado ya dos o otres años, a veces lo escucho, porque el parto lo sufres tanto que luego te olvidas. Y como las cantas mucho, se te olvida incluso que hay un disco.

–¿Cuál sería tu canción más autobiográfica? No me dirás Rafita Perestroika...

–Por la cuenta que me trae, no, ja, ja. No suelo decir cuáles son más autobiográficas o menos. Pero quizás... (pausa) como me preguntas cuál es la “más”... Quizá, una canción que me ayudó, y además la canto con mi Viejo, es 'El gallito'. Es un tema para reflexionar y decir: “Cuidado”. Para que se te vaya la olla no necesitas llenar el Camp Nou ni llenar el Sant Jordi. Cuando tienes a diez personas, no te digo más, sino diez, cantando tus canciones, te puedes crees que lo que tú dices importa y... Para volverse un gilipollas, hay muchas maneras. No es tan complicado como la gente se piensa. No necesitas ser U2 para que se te vaya la olla. Sólo con diez personas que te hayan mandado un mail diciéndote “Me gusta”, si no tienes la cabeza en tu sitio, puedes creerte con licencia a... Te puedes chalar, directamente.



Por Marcos Moreno Teruel
Fotos: Cristina Perea

Entrevista Rafa Pons (I Parte):

“Reivindico el derecho a sentir la pasión por el fútbol”


“No soy ninguna autoridad para hablar del amor, pero he hecho una canción sobre el amor a la autoridad”, afirma siempre en referencia a su tema “La mosso”. El cantautor catalán Rafa Pons (a punto de cumplir los 35) nos habla sobre su amor al fútbol en una entrevista (en dos partes) que compagina el cuero del balón con la franqueza del rock. El autor de tres discos, con el cuarto en camino, reflexiona sobre su Barça, su Boca Juniors, su jugador favorito -Pedro Rodríguez- y sobre aspectos como el egocentrismo, tan presentes en el fútbol como en la música. “Soy hijo único y siempre me han hecho reflexionar sobre ello”. Para el artista -quien, por cierto, fue socio del Palamós-, “el proceso de grabación de un disco es casi neurótico, como un Gran Hermano”, así que le hemos pillado relajado, antes de que llegue esa época y se meta en un estudio con su banda, que ya hace muchas temporadas que juega como un bloque.


Por Marcos Moreno Teruel
Fotos: Cristina Perea

 

–Hace poco has conseguido llevar a muchísima gente al Palau de la Música. Eso para ti y para tu banda debe de ser como jugar en el Camp Nou... 

–Claro, piensa que para nosotros eso era el Madison Square Garden. Para otra gente, acostumbrada a estadios, tocar en el Palau es tocar en distancias cortas, pero para nosotros, por aforo y prestigio, es el sitio más grande. Había quien se confundía y me decía: “¡Hostia, de puta madre! ¡Tocas en el Palau Sant Jordi!”. Y yo tenía que decir: “¡No, no! En el Palau de la Música”... Era un enorme reto tanto por aforo como por el tipo de producción, que es muy cara y muy complicada de hacer. La mayor dificultad estaba en comunicar,  ya que si no hubiese venido la gente suficiente, hubiésemos tenido un problema.

–Arriesgasteis y habríais perdido de no haber llenado...

–Sí, era una producción que hacíamos nosotros solos y, por prestigio, el lugar tiene mucho más coste que cualquier otra sala. Estamos muy contentos.

–Un niño se monta su película de pequeño, escuchando a Bruce Springsteen, y dice: “Un día quiero tocar, delante de mucha gente y en un marco incomparable, Born in the USA”. Y con un par...

–Siempre ha habido un grupo de gente, fan de Springsteen, que también se ha acercado a mi música y me ha preguntado si iba a hacer alguna versión. A mí me daba mucho pudor, pero pensando en hacer algo diferente para el Palau me dije: “Coño, la de veces que en mi vida había escuchado Born in the USA imaginando que la tocaría en algún lugar brutal”. Y bueno... en principio esto sigue para adelante (ríe) pero, hasta el momento, puede ser que no haya nunca más un lugar así. Pensé que era la ocasión para hacerlo. Yo creo que la gente, cuando empezó a sonar, se quedó parada (ríe). Y encima, fue en los bises.

–Y con una presentación emotiva.

–Sí, se la dediqué a mi yo de 13 años.

–Quedó bien, ¿no crees?

–Sí, aunque creo que había quedado algo mejor en los ensayos. Pero es normal, con la tensión del momento... Si la hiciésemos alguna vez más, calculo que quedaría mejor. Además, es muy complicada y la voz de Springsteen en esa canción es muy particular y claro, no es lo mismo ¡por mucha intención que uno le ponga!

–Todo el mundo debería llevar a cabo este tipo de sueños, los que ha tenido su yo de 13 años...

–Hombre. Me quedaba eso y marcar un gol en una final, pero eso va a ser más complicado. Debe de ser una sensación incomparable. Que la gente cante tus canciones ya lo es, pero meter en una final tiene que ser impresionante, aunque eso ya no creo que me pase (bromea resignado).


–Podría decirse que ahora has celebrado el éxito del Palau en Buenos Aires, ciudad a la que le has dedicado una canción. ¿Cómo surge la posibilidad de ir?

–Fui hace tres años con Marwan, un cantautor y amigo de Madrid. Me ofreció la oportunidad de acompañarle en esa gira. A partir de ahí, conocí a muchísima gente e ir volviendo ha sido una constante. Pero es más complicado desarrollarse en Argentina como lo estamos haciendo en España, es decir de boca en boca e insistiendo y tocando en sitios poquito a poquito.



 


–Puedes estar un mes, como recientemente...

–Exacto, porque más no sería rentable... Cada vez se conoce a más gente allí y quiero intentar desarrollar el tema, pero hay que ver cómo se puede hacer. Allí parece algo muy difícil, pero aquí parecía imposible, así que hay que ver si existe la posibilidad. Lo ideal sería poder ir cuatro veces al año y hacer alguna gira. Igualmente, está pasando y cuando toco en Buenos Aires siempre viene gente, canta las canciones y mola mucho, pero vas una vez al año, o una vez cada año y medio, a causa de la distancia. Es más complicado.
 


–Entonces, este mayo también has tenido buena respuesta.

–Muy buena. Veo que en Argentina hay un gusto por la palabra que quizás es mayor que aquí. Aquí también hay gente aficionada y que valora los textos pero allí, en la primera escucha ya valoran mucho lo que explica el tema. Un argentino, para convencer a un amigo de que vaya a un primer concierto, le pondría su canción favorita. Creo que en general, nosotros pillamos a los amigos con una más graciosa o más fácil y luego, si se fanatizan, ya les van gustando las demás.

–Explica, a los lectores que no han tenido el gusto de ir a Argentina, cómo se vive allí el fútbol.

–Es acojonante. A ver, hay un tema serio con el que no se puede bromear, que es todo el tema de la violencia en el fútbol y la violencia casi organizada de las barras, etc. Dicho esto, como aficionado al fútbol, es acojonante ver como todo el estadio se pone a cantar y animar. Las aficiones rivales van a los campos y hay un intercambio entre cánticos de aficiones brutal. A nivel musical, lo que es impresionante es que aquí, en Europa, hay tres o cuatro canciones y la gente canta eso y ya está. Allí, cada equipo tiene sus propias canciones y sus propias adaptaciones de letras. Cantan temas de minuto y medio, de gente como por ejemplo Andrés Calamaro. El campo es una fiesta. Muchas veces me comentan, algunos que han venido al Camp Nou, que aquí la gente estaba como en la ópera. Tienen una pasión brutal que se nota incluso en que haya más niños jugando al fútbol en la calle, diría yo.

–Algunos de esos niños son después los grandes jugadores que conocemos.

–Sí. Otra cosa es la calidad de la liga argentina en este momento, que deja mucho que desear. El nivel futbolístico es muy bajo. El nivel competitivo no, y el nivel del futbolista argentino tampoco, porque sigue siendo buenísimo y Argentina sigue teniendo una de las mejores selecciones del mundo, pero el de la liga argentina, hoy, está muy justo.

–¿Tienes algún equipo predilecto en dicha liga?

–Sí. Soy bostero. De Boca Juniors. También tengo que decir que estuve en la cancha de River Plate disimulando y aplaudiendo a River, ¡no soy tan valiente (risas)! Tengo amigos de River, pero por una cuestión de mi familia política de allá, soy absolutamente bostero.

–¿Qué músicos españoles gustan allí, además de indiscutibles como Sabina?

–Lo primero es saber que Sabina, Serrat e Ismael Serrano son dioses. Más que en España, incluso. Sabina y Serrat se hacen la cancha de Boca. O tocan veinte días en Luna Park, donde entran unas 8.000 personas. Es devoción. Pero en general, gusta mucho lo español. Evidentemente no ha llegado todo, pero gustan muchos artistas además de ellos.

–¿Y tú a quién has descubierto que no conocieras antes de ir?

–Creo que lo español llega más a Argentina que a la inversa. Si aquí hemos conocido algo de su rock en los últimos años, es porque todos hemos hecho amigos argentinos que nos lo han enseñado y no tanto por lo que ha sonado. Pero hay un mundo de bandas, 'Divididos', Charly García, mil cosas que se conocen como referente pero que quizá en España no han sonado. Que yo haya descubierto allá... hay una banda que se llama 'Las pastillas del abuelo' y está pegándola mucho, y por ejemplo aquí no he oído que suene. Están muy bien. También el cantautor Lisandro Aristimuño, aunque este sí que ha saltado a España. Y me gusta mucho Kevin Johansen, que por cierto tocará en Barcelona (por el 20 de abril), pero a él sí que le conocí aquí.

–Volvamos a la pelota de cuero. ¿Qué te empuja a meter en una canción a un futolista brasileño que dice ser del Barça desde que era muy pequeño?

–¡Que rimaba, ja, ja! No... Esto es un estándar del fútbol. Todos los fichajes son del Barça o del Madrid desde que eran pequeños, o ficha un jugador el Atlético y lo mismo...

–O incluso con equipos más pequeños.

–¡Sí! Dicen: “Siempre he tenido simpatía por el Getafe”. Yo soy muy futbolero y eso es lo que me empuja a escribirlo. Me gustó una frase de Arrigo Sacchi que me dijo mi amigo Julián, de la sala 'Libertad 8': “El fútbol es la cosa más importante de las cosas no importantes de la vida”. Es una pasión. Tengo amigos en el mundo de la música y del arte en general que se quejan del daño o la competencia que nos hace el fútbol y es verdad. Al final, siempre intentas cuadrar bien tu calendario, pero es muy difícil porque la Liga no hace público con suficiente antelación el horario de las jornadas.

–¿Por eso, hace unos años, cuando tocabas los miércoles en el 'Bar Pastís' y el Barça jugaba la 'Champions', retrasabas la hora del concierto.

En los principios, cuando se tocaba mucho entre semana, te pasaba esto. Y hace muchos años nos coincidió un Barça-Madrid en la sala 'Zacarias'. Retrasamos el concierto hasta las 23:30h. y vino muchísima gente. Así encontramos que era mucho mejor hacer los conciertos sobre esa hora. Da tiempo a trabajar, cenar, ver el fútboly vas al concierto en el rato en que te tomarías una copa... Pero no es esa franja la que te suelen dejar. También es cierto que ganó el Barça. Si no, quizás no habría venido tanto público...

–Así que sientes debilidad por la competencia.

–Sé que la pasión en sí misma es algo muy absurdo, pero reivindico el derecho a sentirla. Para mí ha sido un gran elemento para sociabilizar. En todos los taxis de Argentina o de donde sea he hablado de fútbol, también en Chile. En cualquier lugar de España, en todos los bares, se habla de Barça, de Madrid... Me encanta. De una manera no racional, pero me ha venido muy bien.

–Hay quien lo considera frivolizar en una época dura. Aunque todo el mundo tiene sus aficiones...

–Claro. La verdad es que si no te gusta el fútbol es una putada. Los amigos a quienes no les gusta me dicen que una cosa es el fútbol en sí mismo, el partido, y otra cosa es todo lo que le rodea. Es verdad que cada día ves el telediario y hay media hora para hablar de lo que opinan Messi y Cristiano Ronaldo sobre lo que sea. Yo he de reconocer que me encanta el fútbol y me encanta el entorno. Me quedo distraído viendo jugar a diez o veinte chavalines en una plaza pero también me lo paso de puta madre leyendo el Sport o el Marca. Paro el cerebro, no pienso en nada más y me encanta.



////////// Si quieres saber lo que piensa Rafa Pons sobre la Champions League de este año o los detalles sobre los proyectos que tiene en mente, no te pierdas la segunda parte. //////////

Yo me lo guiso y yo me lo como. Tenemos camisetas de ElevenFoot.


Hace un tiempo presentamos cuatro propuestas de diseño de camisetas de ElevenFoot para jugar un poco con la marca y cómo no, lucir tipo de cara el próximo veranito.

Marketeando un poco venía a cuento de nuestro amor por el diseño y por las camisetas sobre todo. Debo confesar y me sigue sucediendo como era un pendex que cuando veo a un jugador famoso, se me ponen los ojos blancos y enseguida como un fan enloquecido le pido que me firme su camiseta. Me pongo boludo con el rotulador como perro que quiere salir a la calle. Es que de chico y en los ’70 no había camisetas como se venden ahora igualitas a las que usan en la cancha. Y me ha quedado ese trauma doctor.

Tengo como más de 30 camisetas de mi colección de distintos equipos y tantas firmadas o por firmar. Y no paro... Es una enfermedad

Pero las que presento ahora tienen un sabor particular.
De la elección de los 4 modelos que habíamos propuestos mucha gente eligió entre el modelo 1 y 2 



Una vez que tuvimos la elección nos pusimos a pedir presupuesto a ver cuánto nos salía. Acá en España nos cobraban cualquier cosa, nos fuimos a preguntar por Pakistan, por China: Mínimo 25.000 señol!
Así que pasamos página de la banda oriental y como no podemos tirar manteca al techo, nos propusimos hacerlas nosotros.

Nos apuntamos a un curso de serigrafía y compramos unas buenas camisetas negras para ir calentando la muñeca. Dos días a full en el taller 57 serigrafía en el barrio del Clot de Barcelona con el estimado Sebastián que nos abrió sus puertas y su conocimiento enseñándonos los secretos del shablón y cómo poner la tinta para imprimir nuestras preciadas prendas.

No estuvo mal. Nos gustó tanto, que seguimos imprimiendo ya que la primera tirada la agotamos, nos la están pidiendo nuestros hijos y toda la parantela, amigos y nuestros fans! Sí. ¡Tenemos fans! Ahhh!!!

Quizás tal vez sería una buena idea recaudar un poco vendiendo las camisetas para poder darle un empujón al proyecto, contratar a más gente y ver si lo podemos sacar en tablets. Ahora estamos en móviles en la App de Via Tarraco como canal deportivo pero queremos salir como soñamos. Así:



Así que en plan yo me lo guiso y yo me lo como, las hacemos nosotros. Nos pueden solicitar el modelo con la medida y color y marche una camiseta ElevenFoot de autor que se la enviamos. Recibirán una original ElevenFoot hecha con nuestras propias manos. Así de artesanal y con diseño y algodón del bueno. El precio con gastos de correo incluido calculamos será de 15 euros.

¿Les gusta? Si la desean y quieren apoyar nuestro proyecto, pueden escribirnos y encargarla a esta dirección de email: info@elevenfoot.com les contamos y concretamos el detalle del envío y cómo realizar el pago que se puede realizar haciendo un ingreso, o transferencia a través de Paypal. 

Mientras tanto, les dejamos las fotos del taller y el paso a paso de cómo producimos nuestras casacas ElevenFoot. 
A mano. Made in House. Eleven11House.


Aquí ya se ve el logo en la emulsión


 
Secado de la emulsión



Centrado de la marca

Montaje de los shablones en el pulpo de impresión

Cargamos blanco en donde imprimimos blanco

Rojo en el 11...

Y le damos a la primera...

Uaaaaaaa!
¡Mira cómo me queda! dice Sebastián
secado de las camisetas




La revolución escocesa

Foto archivo año 1955

Con frecuencia escuchamos ‘liga escocesa’ en tono peyorativo, casi como si fuera un adjetivo y con él se pudiera descalificar a otras ligas más prestigiosas. Con una ojeada a la estructura de la competición de Escocia, podemos ver sin mucha dificultad las lagunas que más acusa la competición de una nación tan volcada con otros deportes. Esta peculiar liga está viviendo ahora un proceso de estandarización. Los partidarios de tipificar defienden que adaptarse a modelos mayoritarios puede ser beneficioso a largo plazo, que algunas marcas pueden y deciden internacionalizarse. 

Por Marcos Moreno Teruel

La liga escocesa quiere dejar de ser una liga 'a la escocesa'. Para ello, hay que contraponer puntos de vista acerca del camino a seguir y no será fácil llegar a un acuerdo. Esta vez no se trata de una disputa entre católicos y protestantes, sino de las diferencias entre reformistas futbolísticos y conservadores o cautos. De hecho, uno de los abanderados del cambio, el cabeza visible de la Scottish Football League (SFL) David Longmuir, es a su vez el principal enemigo de la precipitación.


¿Por qué cambiar?

En Escocia saben muy bien que internacionalmente son conocidos por tener una liga poco competitiva. Trasciende a las islas británicas que son, tradicionalmente, un conjunto de equipos dominados por el binomio de las conocidas Old Firm, esto es Celtic y Rangers. Los dos grandes históricos se reparten la mayoría de las ligas disputadas. No en vano, cuando en España se critica que casi siempre sean Real Madrid y Barcelona los dominadores, se alude al caso escocés, algo que devalua la imagen del resto de rivales. Rangers encabeza la lista de ligas conquistadas con 54 títulos, Celtic le sigue con 43 y otros nueve equipos se reparten los sobrantes. Con la desaparición de los azules por problemas financieros -reemprendiendo su marcha en la Third Division bajo el nombre de The Rangers-, dicha competitividad ha derivado en la preponderancia de los verdiblancos y la resignación de los once equipos restantes que forman la Scottish Premier League (SPL). Se considera, pues, que con la reforma se conseguirían más alicientes y muchos clubes dejarían de pelear por no perder para comenzar a luchar por ganar. Se valoraría la desaparición parcial de esos partidos que los británicos denominan 'meaningless' ('sin significado'), que son aquellos sosos per se, en los que ninguno de los dos conjuntos se juega nada.

Luego está el tema económico... Los clubes de la SFL, las tres categorías que siguen a la SPL, se quejan de la distribución del dinero. Y para muestra un botón: tras la finalización de la pasada temporada, el Dunfermline cobró 750.000 libras por acabar en la última posición y descender, mientras que el Ross County, campeón de la First Division, solamente ganó 68.000 libras. Una mayor ecuanimidad contaría con la aprobación de los clubes modestos que se intentan abrir hueco peleando en el barro, aunque en el Ross County, paradójicamente, no se ve con buenos ojos la reestructuración por motivos que veremos más adelante.

Otro de los argumentos esgrimidos a favor del cambio es el de la evolución de las jóvenes promesas. La lógica dice que muchos equipos sofocan las posibilidades de los nuevos talentos por la presión de competir en su liga. ¿Solución? Crear filiales. O, como ellos dicen en inglés, 'equipos potro' ('colt teams'). De este modo, los futbolistas prometedores podrían desfogarse en las categorías más bajas y adquirir experiencia para poder competir en lo más alto cuando estén preparados. De hecho, Lionel Messi, ni más ni menos, es la bandera de este anteproyecto por su conocida participación en el Barcelona 'B'. El problema aflora cuando se conoce que sólo los Old Firm contarían con estos equipos reserva. ¿El motivo? David Longmuir se explica en el Daily Record alegando una dosis de realismo: la mayoría de los clubes ya tienen suficiente trabajo atrayendo espectadores a los partidos del primer equipo como para, además, crear una segunda plantilla. La alternativa que proponen los detractores de la reforma son las clásicas cesiones, que también sirven a los chavales para  tener minutos.

¿Cómo cambiar?

Con el último cambio de siglo, la liga escocesa pasó de tener diez equipos a estar constituída por doce. A falta de cinco encuentros para el final del campeonato, la tabla se divide por la mitad y los seis primeros equipos luchan entre ellos por la liga y por Europa, mientras que la media docena restante se enfrenta por la permanencia y los comprendidos no pueden adelantar a los de arriba, aunque cosechen más puntos totales. Es la fase del campeonato en la que más partidos meaningless se dan. Con el nuevo formato propuesto, habría dos SPL de doce equipos que a final de temporada, según las clasificaciones, se partirían en tres grupos de ocho ('the three eights'). Por eso, en el Ross County no están nada convencidos de este tipo de evolución. El conjunto de Ross-shire está capacitado para pelear por puestos de competiciones europeas pero, a su vez, tampoco está lejos de caer en la zona baja, por lo que podría verse relegado a entrar en el mismo saco que los clubes de una hipotética SPL2, aunque tuviese una gran ventaja respecto al farolillo rojo de la SPL1.

Por lo que a la SFL se refiere, dejaría de haber tres ligas de diez conjuntos (First, Second y Third Division) y, restando a los doce conjuntos que se verían beneficiados por la creación de una nueva Premier, quedaría una liga muy modesta con 18 equipos como el Elgin, el Stirling o el Annan, integrantes de la categoría más baja.


Los conjuntos dejarían de enfrentarse tres veces antes del corte de 'the three eights'. La primera mitad de la competición tendría ida y vuelta, y la segunda -conocida como el 'post-split'- también enfrentaría dos veces a los equipos de sus respectivos cortes, a diferencia del sistema actual. Con estos cambios, habría dos partidos menos (36) y "un merecido parón en invierno".

Viabilidad

Esta revolución no es la primera que defiende el controvertido David Longmuir -siempre “abierto a todas las opiniones por el bien del fútbol”-, quien ya defendía una Premier de 16 equipos que fue tomada por inviable debido al bajo nivel del fútbol patrio. En esta ocasión, sin embargo, tampoco parece tener mucho apoyo de los aficionados ni de algunos dirigentes de equipos, quienes básicamente muestran su conformidad o su oposición en función de si la entidad se vería beneficiada o perjudicada. Por ello, la First División es la más receptiva con la idea de una futura Premier 2.

Aunque se va avanzando poco a poco hacia el más que difícil entente, parece imposible que esto se lleve a cabo de una forma rápida, por más que algunos mandatarios, como Turnbull Hutton (Raith Rovers, SFL1) se muestren impacientes. Hampden Park (Glasgow) sigue siendo foco de reuniones y negociaciones en las que la Scottish Football Association, que cree que hace falta un cambio radical, está organizando el timing del proceso.

Sea como sea, si lo que se pretende es internacionalizar la liga para adaptarse a los modelos europeos, el extraño sistema propuesto no se acerca demasiado a ese objetivo salvo por lo de hacer dos vueltas. Tal vez sea mejor funcionar como una marca local que cubre unas necesidades pequeñas sin demasiada exigencia por parte del pueblo escocés, cuyos temas de conversación no giran en torno al fútbol.

El tercer tiempo, ¿el principio de una nueva reforma?

Foto: Alejandro del Bosco

En la jornada 28 de la Liga BBVA, la última antes de los partidos internacionales, el duelo entre el Málaga y el Espanyol contó con una novedosa iniciativa en el mundo del fútbol que podría ser un punto de partida para una nueva evolución del deporte rey.



Eran aproximadamente las dos de la tarde cuando Carlos del Cerro Grande pitaba el final del partido entre el Málaga y el Espanyol, que concluía con un 0-2 en el marcador. El equipo dirigido por Manuel Pellegrini, todavía eufórico por la clasificación para los cuartos de final de la Champions League, cortaba su racha de cuatro partidos sin perder en casa, mientras que los de Javier Aguirre volvían a sumar de a tres luego de tres jornadas, gracias a los goles de Diego Colotto y Sergio García. Sin embargo, lo que queremos destacar de este partido no es ninguno de estos aspectos, sino lo que sucedió posteriormente: la celebración de un tercer tiempo.

Posiblemente muchos se preguntarán qué es el tercer tiempo… Pues bien, el tercer tiempo forma parte de una tradición en el mundo del rugby, y consiste en compartir una comida con los contrincantes tras haber disputado los dos tiempos de juego. De este modo, el tercer tiempo sirve para confraternizar con los rivales y demostrar que lo que pasa en el campo se queda en el campo. Algo aún más meritorio en el rugby al tratarse de un deporte de un gran contacto físico. Con esta iniciativa –que habrá que esperar para saber si se sigue llevando a cabo–, el fútbol y el rugby vuelven a estrechar ligeramente sus lazos. No hay que olvidar que el origen de ambos deportes es el mismo…

Corría el año 1823 cuando William Webb Ellis, un estudiante de la localidad inglesa de Rugby, decidió en medio de un partido de fútbol coger el balón con las manos y echar a correr hasta la portería contraria. En aquel entonces, la única manera de avanzar era mediante el dribbling, ya que los pases solo podían darse de forma lateral o hacia atrás. El juego parecía necesitar una reforma para ser salvado, y con la variante llevada a cabo por el propio Webb Ellis nació el rugby, mientras que el fútbol decidió reformar el sistema de offside, creando las Reglas de Cambridge en 1848, unificando, de este modo, las distintas modalidades que se practicaban en las diferentes localidades del país. Si ya en el siglo XIX fue necesario realizar algunos cambios para que evolucionara este deporte que tanto nos apasiona, por qué no tomar algunos aspectos del rugby e incluirlos en el fútbol, tomando como punto de partida el tercer tiempo. Y que conste que no estoy hablando de cuestiones estrictamente del reglamento.

El caso más claro es quizás el trato a los árbitros. A principios del año pasado, el galés Nigel Owens, uno de los mejores árbitros de rugby del mundo –y que en 2007 se declaró abiertamente homosexual– protagonizó una de las historias del año al recriminarle a un jugador del Benetton Treviso –en presencia de su capitán– su conducta de la siguiente manera: “Yo soy el árbitro en este campo, no tú. Cumple con tu trabajo y yo cumpliré con el mío. Si te oigo gritar por cualquier cosa otra vez, te voy a penalizar. Esto no es fútbol. ¿Queda claro? Volved y seguid con el juego”. No estaría de más que los jugadores de fútbol se dedicaran pura y exclusivamente a jugar. En el rugby la figura del árbitro es totalmente respetada y solo puede hablar con él el capitán del equipo. De este modo, los árbitros reciben mucha menos presión y pueden hacer mejor su labor, algo que cada vez parece más difícil de alcanzar en el fútbol, ya que cualquier jugador puede dirigirse al colegiado –y de cualquier manera–, influenciando en muchas ocasiones sus decisiones. El trabajo de los colegiados es muy complicado, eso nadie lo discute, pero por eso mismo no está de más ayudarse de las nuevas tecnologías. En rugby, a menudo es complejo apreciar si un jugador ha conseguido un ensayo o no, por ello existe la figura de un cuarto árbitro –además de los dos asistentes de banda–, el juez de televisión, que mediante la visualización de las grabaciones disipa las dudas del principal en este tipo de acciones. Ya es hora de que en el fútbol se tomen medidas de este estilo. Al menos parece ser que finalmente las pelotas llevarán un chip que permitirá determinar si el balón entra o no en su totalidad en los denominados “goles fantasmas”.

Y si hay algo de lo que ya se abusa en el fútbol es de fingir lesiones para cortar los contraataques rivales. Prácticamente se puede decir que forma parte de una estrategia. Cuántas veces se ha visto que el árbitro pare el partido para que atiendan a un jugador que a los treinta segundos ya se encuentra como nuevo, o que se le exija a un equipo que lance el balón fuera para que atiendan a un compañero que se encuentra tirado en el césped y que acaba de la misma manera –con el jugador ingresando al campo inmediatamente–… ¿Tan difícil es dejar entrar a las asistencias médicas mientras rueda el cuero? Les aseguro que en rugby hay muchas más lesiones que en fútbol durante un partido y el árbitro solo para el encuentro si resulta ser realmente grave. Y después de todo esto pienso… ¿Por qué no volver a mediados del siglo XIX, a Cambridge, y replantearnos algunos de los aspectos que pueden hoy en día degradar a este deporte? ¿Por qué no trasladarnos a aquella época en la que, paradójicamente, no había prejuicios a la hora de progresar? ¿Por qué no debatir de estos asuntos en un próximo tercer tiempo…?



Por Eloy Valentinis Ramos
Fotos: Alejandro del Bosco
 
Foto: Alejandro del Bosco